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Se repite el "caso Rivaldo". Hace un mes, en visperas de la decisiva eliminatoria –luego solventada con acierto por el Barcelona– ante el Wisla Cracovia, ya comenté aquí mismo que me llamaba la atención cómo y de qué manera los jugadores en general, y Rivaldo en particular, se quitaban de enmedio, simplemente desaparecían del mapa. ¿Cuando abandonarán su niñez los futbolistas profesionales? Es curioso que ellos sean sólo "tomantes", pero nunca "donantes", beneficiarios exclusivos de "futbolandia", un planeta que gira, allá arriba, ajeno a la tierra, aquí abajo.

Tras permanecer concentrado con su selección nacional, Rivaldo ha regresado lesionado a su club. Al parecer jugó infiltrado (mal por el médico, peor por el propio jugador) y ahora el Fútbol Club Barcelona tendrá que pagar las consecuencias de todo ello. Rexach, irónico, comentaba el otro día: "¿Se imaginan que aquí le recuperamos para que vuelva con Brasil y regrese otra vez lesionado?" Tal y como está el patio, el entrenador culé no ha planteado una situación imposible. Los futbolistas siguen lavándose las manos. ¿Qué hacer?

El otro día mantuve una interesante conversación con Amador Bernabéu, uno de los directivos serios del club azulgrana; tiró a la misma diana y pidió responsabilidad al jugador ("aquí hay tres partes: el club, la selección y el futbolista"). Creo, y así se lo dije, que Bernabéu pecó de ingenuidad porque... ¿para qué despertar si "futbolandia" es El Dorado, el auténtico paraíso terrenal? El club "pagano" debería cobrarle al futbolista por su ausencia, pero ¿cómo? Tal y como está montada esta historia, el jugador es intocable e inalcanzable incluso para su propia empresa, la que le paga todos los meses.

Sólo la unión de todos los clubes europeos importantes podrá reunir la suficiente fuerza para arrancar a los jugadores de su siesta. El mensaje tendría que ser el siguiente: "¿Usted quiere irse con Brasil o Argentina?... De acuerdo, pero recuerde que si se lesiona deberá pagar por ello". Hasta la fecha los futbolistas han disparado con pólvora ajena y, sinceramente, resulta bochornoso observar cómo un tipo que tiene un chalet, un deportivo y una cuenta corriente interminable quiere, además de todo, que le den el chupete. Quien se atreva a quitarles el "taca taca" tendrá todos mis respetos. No sé cómo se ven las cosas desde "futbolandia" pero por aquí abajo corren malos tiempos para la lírica.

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