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El “... y diez más” se puso básicamente de moda con Diego Armando Maradona, personalidad que oscurecía al resto de futbolistas tanto dentro como fuera del campo. Y algo de verdad se escondería en aquella frase. Cualquiera que se tome la molestia de repasar las alineaciones del Nápoles que ganó el primer “scudetto” de su historia se dará cuenta de que, salvo el genio argentino, aquella no era en absoluto una plantilla llamada a conseguir gestas heróicas: Giordano, De Napoli, Renica, Caffarelli... Poca artillería, la verdad. Luego colaboraron en la obtención de la segunda Liga jugadores como Alemao y Careca, y aquello sí se asemejó entonces a un equipo de entidad.

El “...y diez más” se trasladó con igual fortuna a la selección nacional de Argentina. El equipo de Carlos Bilardo fue calificado en varias ocasiones como “banda”, y a pesar de ello logró su segundo Mundial en México-86. El “pelusa” estaba rodeado en aquella ocasión por Ruggeri, Brown, Burruchaga, Enrique, Cuciuffo, Olarticoechea o Valdano, actual director general deportivo del Real Madrid, de forma que tampoco puede afirmarse con rotundidad que la frase lapidaria estuviera del todo injustificada. Como Maradona valía por cuatro, lo que sucedía al final es que sus equipos jugaban realmente con catorce sobre el césped. Reglamento en mano, la FIFA no podía impedirlo porque Diego parecía a simple vista sólo uno, cuando en realidad era varios.

Veo que la frase ha ido perdiendo su valor, y ahora Van Gaal (que sigue sin comprender nada de nada) la aplica al “tuntún”, desvirtuándola. El otro día dijo que jugarían “Puyol y diez más”, lo que en un equipo que cuenta con Kluivert, Saviola o Riquelme parece más un varapalo que otra cosa. No seré yo quien le robe al “Sansón” del Barcelona ni un sólo ápice de su calidad y su casta; Puyol está llamado a ser el sucesor de “Tarzán” Migueli, un nuevo “Camachito”. Pero en boca de Van Gaal la frase encierra —al menos para mí— la frustración de no saber cómo poner en funcionamiento a un equipo que cuenta con tres talentos como los anteriormente citados.

Puyol puede ser un acompañante perfecto, pero —salvo el otro día, en la Champions— no creo que vaya a ganarle muchos partidos al Barcelona. Sucede que, a falta de ideas y táctica claras, el equipo azulgrana tendrá que recurrir al coraje del defensa para suplir las carencias de un equipo que está en permanente construcción. Yo creo que, si pudiera, Van Gaal sentaría al mismísimo Maradona en el banquillo junto a Riquelme. Con la mentalidad del holandés, Diego sería incompatible con Luis Enrique.


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