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Juan Manuel Rodríguez

Y Gadafi tuvo su partidito

Ayer se produjo un atentado contra la democracia española y la libertad de información, un auténtico –por sus dimensiones– "Caso Watergate", sabia y oportunamente denunciado por el señor Pere Lladó, diputado de CiU en el parlamento de Cataluña. Resulta que Al Saadi Gadafi, el hijo del desgraciadamente famoso Gadafi, se había comprado para su equipo de fútbol, el Al-Ittihad, por un puñado de euros (hablan de trescientos mil y un camello) un amistoso contra el Fútbol Club Barcelona. La pela es la pela. La fatalidad quiso que ese espectáculo deportivo coincidiera, ¡vaya por Dios!, con un "bolito" de la selección nacional, éste de carácter oficial y contra el temible equipo de Armenia, el del argentino Bilibio, jugador que huyó de Málaga para meterse en Malagón y que aprovechó su presencia en León para desfilar ofreciéndose por todas las televisiones nacionales y autonómicas.

Y ahí estaba el verdadero dilema del programador televisivo de la autonómica catalana: ¿Akram Hemali o Arman Karamian? ¿Musbah o Vardanian? ¿Con cual de ellos luchar, contra "Hotel Glamour" y el destete de Yola Berrocal?... En suma: ¿ser o no ser? ¿Pocholo o Coto? ¿La "veneno" o el padre Apeles?... No había tiempo suficiente para que CiU encargara una de sus encuestas. Entonces, ¿qué hacer?... Parece que la alargada mano del centralismo político hizo nuevamente de las suyas y TV3 se quedó con Armenia en detrimento de Libia, con el consiguiente menoscabo de las libertades del pueblo catalán y, por extensión, del propio señor Lladó que quería ver al "hijísimo" del líder libio.

Yo, que no vivo de la política y no tengo elecciones en mayo, simplemente habría apagado la televisión. El partido de los "alegres chicos del hijo de Muamar" tuvo que ser un auténtico rollo y, para un club que se encuentra inmerso en la Liga de Campeones, un riesgo innecesario además. Pero Al Saadi tenía un antojo. Del otro, el disputado en León, mejor ni hablar. En uno había puntos en juego; el otro se llevó a cabo sólo por dinero. Como no creo que el mal gusto entienda de autonomías, yo me habría puesto a leer un buen libro de no haber sido porque luego tenía que informar del partido de España. Pere Lladó lo tuvo mucho más claro desde el principio, él se quedaba con "la veneno". Y sólo por un motivo, porque actuaba en el Camp Nou. ¡Quién fuera político para tener todas las cosas tan claras!

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