Supongo que la idea de Florentino Pérez consistía en eclipsar los fichajes de los "Popeyes" Pablo García y Carlos Diogo con la presentación intergaláctica de Robinho, el "nuevo Pelé". Pero el fichaje del delantero brasileño se ha complicado (sigo creyendo que vendrá porque, de lo contrario, Florentino Pérez tendría que dar demasiadas explicaciones a demasiada gente) y, antes de emprender viaje hacia Singapur, el presidente madridista ha querido contratar a alguien, quien fuera. De esta forma, el centrocampista uruguayo Pablo García se ha convertido en la primera contratación para la próxima temporada.
Dicen que García no era madridista y que le tiraba mucho más el azulgrana del Barça, pero no creo que ése vaya a ser su mayor problema en el Real Madrid. Supongo que, hasta que se vistió de blanco, Louis Bullock tampoco era merengue, pero el genial base estadounidense acaba de ganar la Liga para su club después de una larga travesía por el desierto que duró cerca de cinco años. Antes que Pablo García hubo futbolistas mucho más adscritos que él a otros colores (Hugo Sánchez Márquez, Michael Laudrup o Bernd Schuster, sin ir más lejos) que luego vinieron a jugar al estadio Santiago Bernabéu y cambiaron inmediatamente los insultos por los aplausos. Y al revés: cuando Uli Stielike, después de haber sido santo y seña del Real durante una década, llegó a Madrid vistiendo la camiseta del Neuchâtel suizo, hubo pitos para él.