Merced al mal uso del que es víctima y al desconocimiento de que es objeto, la palabra hacker bien merecería tener su sitio en los "Errores y Erratas" de Amando de Miguel o en los "Enigmas de la Historia" de César Vidal, si bien por hoy a nuestra palabra no le quedará más remedio que conformarse con el sitio que podamos ofrecerle aquí.
El significado del término que –gracias en buena medida a los medios de comunicación– se ha trasladado a la sociedad es bastante novelesco: se ve a los hackers como "piratas informáticos", personas que se introducen ilegalmente en otros ordenadores, espías, ladrones y criminales.
Si hacemos caso, en cambio, a diccionarios especializados como el Free On-line Dictionary of Computing o al glosario de términos escrito por los creadores de Internet (que algo sabrán del tema teniendo en cuenta que buena parte de los programas que hacen que funcione Internet fueron escritos por hackers y entregados como software libre), nos encontramos con diferencias importantes.
En términos informáticos, los hackers son personas que, en oposición al resto de los usuarios –que se contentan con aprender el mínimo necesario sobre su ordenador que les permita desarrollar su trabajo– buscan (de manera casi obsesiva) un conocimiento lo más amplio y profundo del funcionamiento y programación de su máquina. Esto les permite darle un uso creativo y sacarle los máximos rendimientos, lo cual les reporta un profundo placer intelectual que, a modo de refuerzo positivo, les impulsa a seguir investigando y aprendiendo.
Ciertamente, personas con esa preparación tienen más fácil (simplemente porque saben más) llevar a cabo las fechorías que se les suelen imputar como inherentes a su carácter, pero hacer esa imputación ¿no sería como llamar GEOs –o políticos– a los atracadores de bancos? El hecho de que los GEOs sean capaces de robar eficazmente un banco no significa que vayan a hacerlo. El hecho de que haya políticos que roban no implica que una cualidad fundamental del político sea la de robar.
Los hackers llevan tiempo luchando contra esa imagen que se ha dado de ellos. Piden que cuando se quiera hablar de delincuentes informáticos se use el término correcto: crackers, e incluso han llegado a crear una Liga antidifamación del Hacker.
¿Hay que tener miedo a los hackers? Bien, depende. ¿Piensa acoger a uno en su casa? ¿Se plantea iniciar una relación sentimental con otro? Porque en esos casos quizá fuera recomendable que los conociera en su fase de creación desenfrenada.
Tenga presente, sobre todo si es usted celoso, que durante horas (o incluso días) para su hacker sólo existirá el ordenador. Ni siquiera otro tipo de cosas –a todas luces secundarias– como el alimento, el sueño, la higiene o usted tendrán prioridad en ese momento.
No olvide que es probable que en mitad de una cena romántica le llegue la inspiración sobre la mejor forma de "optimizar el scheduler del kernel para minimizar el efecto ralentizador de los cambios de contexto" y, lo que es todavía peor, quizá intente incluso explicársela. Eso si no saca directamente el ordenador portátil y se lanza desbocado a programar su idea in situ...
Pero si es usted capaz de entender esos arrebatos y no le molestan demasiado, no se preocupe. Los hackers suelen ser buena gente. Busque, escoja y compare.
Juan-Mariano de Goyeneche trabaja en el Departamento de Ingeniería Telemática de la UPM.
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