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Juan-Mariano de Goyeneche

Guerra en color verde

Más de uno se habrá preguntado por qué las imágenes televisivas de maniobras militares y bombardeos nocturnos aparecen siempre, íntegramente, en color verde. La respuesta tiene que ver con las características del ojo humano, que alcanza su máxima sensibilidad ("ve mejor", podríamos decir) en radiaciones cuya longitud de onda se halla en torno a los 555 nanómetros, la cual corresponde, precisamente, al color verde. Esta mayor sensibilidad a ese color puede comprobarse con un sencillo experimento casero: basta hacerse con dos de esas radios de mesita de noche que incorporan un reloj despertador de números luminosos, con la precaución de que las dos sean idénticas salvo porque en una los números sean rojos y en la otra verdes.

Mientras que la segunda iluminará notablemente una estancia a oscuras -y, de hecho, mucha gente tapa de alguna forma los números de estas radios porque arrojan demasiada luz como para conciliar el sueño-, la primera apenas producirá efectos perceptibles para el ojo si no se la mira directamente. Aún más: los números verdes permitirán incluso leer en esa habitación oscura si se les acerca un texto suficientemente, lo que es virtualmente imposible con los de color rojo.

Por tanto, al ser el ojo más sensible al color esperanza, es capaz de distinguir con mayor facilidad entre diversas tonalidades de verde, y son éstas las que hacen que el objeto presentado por el visor nocturno se dibuje en nuestra mente merced a los contrastes entre tonalidades.

Si el visor presentara la imagen en otro color habría más tonos distintos que no serían diferenciados por nuestro ojo, que a esas longitudes de onda no es tan agudo. Así que, tomándolos por idénticos, entregaría a nuestro cerebro una imagen más plana, con menos detalles de esquinas, bordes, profundidad, etc, lo que haría mucho más difícil identificar su contenido.

Afortunadamente, este hecho fisiológico se compadece bien con otro, también importante, de carácter tecnológico: la existencia de dispositivos –como las pantallas de fósforo verde– que emiten en este color y donde la luminosidad de cada punto se puede controlar electrónicamente a efectos de producir esos distintos tonos de verde de los que hablábamos.

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