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Juan Morote

Cardenal García-Gasco

Pero les cabrea, señor Cardenal, que se sienta usted libre para cuestionar la situación de la familia en España y hasta le recriminan que llevara usted aperturista corbata roja en los años en los que Cebrián la llevase muy muy azul.

García-Gasco es el primer apellido del Cardenal de Valencia y José Blanco, Secretario de organización del PSOE, se refiere a él con un evidente tono de desprecio. Los chicos de El País le dedicaron una agria página el pasado domingo. Y el mismo José Luis Rodríguez, rey del talante y del diálogo, en el último mitin en Valencia se refirió al Cardenal en un tono de ácida crítica.

Fíjese, señor Cardenal, por dónde le salen a usted estos acérrimos defensores de la consigna y enemigos declarados de la libertad. Diríase que nadie les ha explicado que censurar desde el poder a los críticos es propio de dictaduras, especialmente caribeñas. Quizá sea el exceso de compadreo con los tiranos y dictadores, lo que provoca este tipo de contagio de los vicios que los adornan.

Los chicos de Prisa le dedican toda clase de descalificaciones a raíz de su intervención en la jornada de celebración del día de la Sagrada Familia, acaecida el pasado día treinta de diciembre, ya ha llovido, y sin embargo, como diría Clarín: "orvalla despacio y sin parar". Le han llamado a usted retrógrado, defensor del nacional-catolicismo, envenenador de las relaciones de la Iglesia con el Estado, pequeño dictador...

Dése cuenta, señor Cardenal, de que a los enemigos de la libertad de expresión lo que más les ha molestado no ha sido el contenido de su mensaje, que no se ha apartado ni un ápice del magisterio de la Iglesia, ni el contenido de los demás que se leyeron en la plaza de Colón. En realidad lo que les ha dolido ha sido comprobar que la Iglesia mantiene una insuperable capacidad de convocatoria, que cuenta con un pueblo a quien transmitir un mensaje. Junto a lo anterior, lo que también ha contribuido a que se les reviente la hiel ha sido, sin duda, que la Iglesia tenga un mensaje; y que este sea coherente, fácil de entender y por ende de asumir.

Prescindiendo de entrar en el irresoluble debate de las cifras de asistentes, queda fuera de duda que más de un millón de personas se dieron cita para celebrar el día de la familia cristiana. Por si nadie se lo ha explicado aún a don José Blanco, le informo de que este tipo de familia es la compuesta por un hombre y una mujer, unidos en comunidad perpetua de vida y amor, y los hijos. Más de un millón de personas alrededor de un lema que hunde su razón en el derecho natural más elemental.

Pero les cabrea, señor Cardenal, que se sienta usted libre para cuestionar la situación de la familia en España. Les cabrea, igualmente, que siempre se haya sentido libre y hasta le recriminan que llevara usted aperturista corbata roja en los años en los que Cebrián oficialista, siendo el director de informativos de la televisión del dictador, la llevase muy muy azul. Señor Cardenal, ¿cómo se le ocurre?

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