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Juan Velarde

El mal francés

Perder competitividad como muestra el déficit exterior y poseer un fuerte déficit presupuestario son, normalmente, corolarios de huidas del mercado y de la tolerancia de un fuerte poder sindical.

Perder competitividad como muestra el déficit exterior y poseer un fuerte déficit presupuestario son, normalmente, corolarios de huidas del mercado y de la tolerancia de un fuerte poder sindical.

¿Qué sucede en la economía francesa? Y a continuación es preciso plantearse, ¿qué causa genera eso? Lo que sucede queda de manifiesto con el PIB a precios de mercado por habitante, en paridad de poder de compra. En el año 2002, para una magnitud de 100 en la Unión Europea, Francia tenía un índice 104,1. A partir de ahí desciende ese porcentaje, año tras año, hasta 99,7 en 2008 y 101,5 en 2009. Da la impresión de que el fenómeno no se enmienda. En el año 2010, el PIB francés total ha crecido un 1,5%, mientras el conjunto de la Eurozona va aumentando un 2%. Esta línea se ratifica con lo que pronostican los expertos de las entidades financieras más importantes del mundo convocadas por The Economist: unos crecimientos para 2011 y 2012 del PIB francés de sólo el 1,7% y el 1,8%, respectivamente.

Una pista de lo que frena el desarrollo francés la tenemos en la cifra muy alta del déficit de su balanza comercial. En los doce meses que concluyen en enero de 2011 éste alcanza los 70.400 millones de dólares, mientras que el déficit en la balanza por cuenta corriente es, para el mismo periodo, de 56.000 millones de dólares. Únicamente tienen un déficit mayor por cuenta corriente Estados Unidos, Italia y España. Esto es, los mecanismos financieros franceses no son competitivos, por lo que el país, para seguir manteniendo altos poderes de compra, no tiene más remedio que endeudarse, y con ello su porvenir se complica.

Francia es por supuesto una nación rica, pero experimenta en estos momentos dos choques muy serios. Por una parte tiene un muy alto grado de presencia del sector público. La dirección de la política productiva gala es orientada con fuerza por el Estado, como una especie de herencia de Colbert. Eso general un carácter poco liberal del núcleo duro comunitario, que es el encabezado por Francia. Sarkozy, evidentemente, lo apoya. Léase el artículo inicial de The Economist de 12 de marzo de 2011, Can Angela Merkel hold Europe together? En segundo lugar, el poder sindical en el país vecino es muy fuerte, con sus proyecciones sobre el Estado del Bienestar. Destacaba Norma Cohen, en su artículo OECD urges increase in retirement age, publicado en Financial Times el 18 de marzo de 2011, que "en Bélgica, Francia, Grecia y Luxemburgo es posible retirarse antes de los 60 años, o incluso mucho antes, en los casos en que los trabajadores hubieran sido empleados durante un número mínimo de años, los cuales reciben beneficios que son bajos, pero que no reflejan el coste adicional para los cotizantes". Así es como se explica que se espere que en el año 2011 el déficit del sector público francés vaya a ser del 6,4% del PIB, con sus consecuencias para la estabilidad de la eurozona.

Perder competitividad como muestra el déficit exterior y poseer un fuerte déficit presupuestario son, normalmente, corolarios de huidas del mercado y de la tolerancia de un fuerte poder sindical. Pero eso, en plena campaña presidencial francesa, ¿se va a poder eliminar? Y si se enquista esta situación, ¿logrará Francia evitar un largo periodo de estancamiento?

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