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Julio Cirino

El Congreso, clave para Iberoamérica

Un extraño fin de semana, luego del “martes electoral”, no hay aún presidente electo, y parece que van a transcurrir aún varios días hasta que se conozca el nombre del ganador -esto suponiendo que no se produzca una batalla judicial que postergue “sine die” los resultados-.

Sin embargo, para los países del Hemisferio, la disyuntiva Gore o Bush, es relativamente menos importante que conocer la composición del nuevo Congreso de los Estados Unidos. El Senado, firmemente en manos de los republicanos, era considerado un firme bastión de estos, que ostentaban 54 asientos contra 46 de los demócratas; no obstante, esta fue una de las mayores sorpresas que nos deparó el 7 de noviembre, ya que a la fecha, los republicanos quedaron reducidos a 49 mientras que sus oponentes escalaban a 50 y aún queda un cargo por adjudicar.

En la Cámara de Representantes, la mayoría republicana (222 sobre un total de 435) se estimaba en peligro y los demócratas albergaban expectativas de retomar el control del “House”, como ellos le llaman. También aquí las sorpresas estuvieron a la orden del día, porque, si bien lograron elevar su número de 209 a 211, no se produjo la “avalancha” demócrata con la que algunos soñaban y a la postre los republicanos mantienen el control.

Durante los días de la campaña, G.W. Bush prometió “mirar hacia el sur” como un componente fundamental de su gestión; pero lo mas probable es que quienquiera que se consagre presidente va a dedicarle al sur la misma escasa atención que le prestara su predecesor.

Si repasamos a vuelapluma los “temas” pendientes, veremos que en la primera fila se destaca la iniciativa nacida en 1994 para la creación de un Área de Libre Comercio de las Américas -sin duda la iniciativa más importante para el futuro de nuestros países- (y la única posibilidad de comenzar a discutir en serio sobre la eliminación de los subsidios y las barreras arancelarias) ahora bien, la concreción de esta iniciativa depende no tanto de la voluntad presidencial (y ambos candidatos se comprometieron a solicitar del Congreso la autoridad “fast-track” que necesitan para llevar adelante el proyecto) como de la actitud que tome el nuevo Congreso sobre el particular.

Lo mismo sucede con el controvertido Plan Colombia; recién en sus inicios, o el tono que tomará la relación con México (que en Diciembre inaugura un nuevo gobierno que ha prometido una política exterior bien diferenciada de la tradicional del PRI). Quedan además pendientes temas no menores para nuestra región: Cómo van a desarrollarse las relaciones con países como Venezuela y Perú. Cómo sigue la cuestión del embargo a Cuba, o como se define la relación con Brasil, por mencionar sólo algunos temas que indefectiblemente deberán pasar por el Congreso.

En todo caso, mientras Bush y Gore concluyen la disputa por el premio mayor, más vale analizar con detenimiento la composición del nuevo Congreso, porque los números hacen temer una legislatura “trabada” mortalmente y sin un mandato definido. Si a esto se suma un presidente electo por márgenes mínimos, las perspectivas no son precisamente como para festejarlas.

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