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Julio Cirino

El insospechado poder del narcotráfico

La creciente expansión y sofisticación de las redes del crimen organizado les permite realizar demostraciones de fuerza impensables unos pocos años atrás. El personaje de nuestra historia es el ya bien conocido Luis Fernando da Costa que, con su nom de guerre, Fernandinho Beira Mar, está considerado uno de los traficantes de armas y droga más importantes de Iberoamérica.

Nacido hace 36 años en una “favela” de Río de Janeiro, a los 18 años ya tenía una reputación como asaltante, pasó una temporada en el ejército donde fue acusado de robar armas para venderlas a los traficantes. Pero a finales de los 80 ganaba dinero como pequeño jefe, que invertía sus ganancias en “acción social” en su favela, Beira Mar, por lo que era querido y protegido por los moradores de la misma.

Entre 1990 y 1995 se produce la gran expansión de Fernandinho que maneja buena parte de la llegada de cocaína y armas a las playas de Río de Janeiro y establece su primera red regional, merced a aceitados contactos con colombianos y paraguayos. En 1996 es detenido y condenado a prisión (en Belo Horizonte) pero en menos de un año, “fuga” caminando por la puerta principal del penal. A partir de allí vuelca su esfuerzo en proyectarse internacionalmente, sin por ello descuidar la guerra por la superioridad en el mercado brasileño. Sus contactos con el crimen organizado ruso, son los que le permiten la obtención de buena parte de las armas automáticas y lanzacohetes de que dispondrá a voluntad. Luego trabará contactos con productores bolivianos, pero en particular su relación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) es lo que le permite realizar provechosos intercambios de armas por drogas.
Según fuentes policiales, Fernandinho mantiene contactos en Paraguay, Uruguay y Surinam, a más de los mencionados en Colombia y Bolivia. Su excelente relación con la dirección de las FARC le posibilitó, a partir del año 2000, armar un verdadero “puente aéreo” por sobre el Amazonas llegando a la zona limítrofe colombiano-brasileña (poblaciones de Leticia y Tabatinga) donde finalmente caería prisionero de las fuerzas armadas de Colombia (21 de abril de 2001) siendo extraditado a Brasil.

Cumple condena en la cárcel de máxima seguridad “Bangu 1” donde merced a los teléfonos celulares con que cuenta, monta un verdadero centro de comando para dirigir sus operaciones. El grupo capitaneado por Fernandinho, el “comando vermelho” es la red criminal más poderosa de Brasil; sin embargo, este liderazgo es disputado por la facción criminal conocida como “Amigos dos Amigos” (ADA) en alianza con otro grupo llamado “Terceiro Comando”. Como forma de resolver la disputa, la cúpula del Comando Vermelho y su jefe –Fernandinho– resolvieron asesinar a los jefes rivales detenidos en la misma cárcel, a pesar de la máxima seguridad y las 48 celdas individuales.

El pasado 10 de setiembre por la mañana, Beira Mar y sus cómplices quedaron fuera de sus celdas (no se sabe como) redujeron al personal de vigilancia, obtuvieron acceso a algunas armas, ocuparon parte del penal y mientras se comunicaban con sus celulares fueron haciendo una metódica búsqueda de sus rivales. Asesinaron a cuatro y dos más quedaron heridos. Beira Mar explicó a la policía que no podía rendirse hasta terminar “su trabajo”, cosa que hizo. Cuando finalmente la policía ingresó al penal, los rehenes estaban con vida, Beira Mar y los suyos depusieron las armas, la tarea estaba concluida.

Simultáneamente comenzaba en Río de Janeiro un conflicto armado de proporciones entre las bandas narcotraficantes, que abarcaría no menos de 20 barrios de la populosa ciudad, calles y avenidas fueron clausuradas de hecho por cuanto era imposible circular en medio de los disparos. “Soldados” del Terceiro Comando y Amigos dos Amigos recorrieron en automóvil las principales zonas comerciales del área ordenando a los propietarios el cierre de los negocios en señal de duelo, disparando al aire armas automáticas dispersaron a los viandantes dejando las calles desiertas. El incidente no deja dudas que la guerra por la unificación del negocio droga/armas comenzó abiertamente; tampoco quedan muchas dudas respecto de la incapacidad o la falta de voluntad política del estado en hacer algo efectivo al respecto.

La proyección internacional de las redes del narco en Brasil, unido al hecho de que, por su tamaño, este país es el segundo mercado consumidor de cocaína en el mundo después de los EE.UU da una acabada idea de la peligrosidad que estas organizaciones tienen para todo el hemisferio.

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