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Julio Cirino

El reino del secuestro, 1

Una industria no tradicional, pujante y sofisticada

Recientemente se dieron a conocer en Colombia cifras oficiales que fijan en casi 3.800 los secuestros “denunciados” durante el año 2000. Dato estremecedor de por sí, pero mucho más si se piensa por un instante que sólo un tercio de los secuestros perpetrados son denunciados formalmente a las autoridades. Colombia mantiene así el dudoso honor de ser el país con el record mundial de secuestros; en nuestro Hemisferio le siguen, de lejos, Brasil y México.

En Colombia existe ya una real “industria del secuestro”, que admite incluso una distinción conceptual entre secuestro ypesca milagrosa. Mientras el primero suele efectuarse en el ámbito urbano y normalmente la víctima es seleccionada específicamente, la “pesca milagrosa”, por el contrario, es un bloqueo que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) o el Ejercito de Liberación Nacional (ELN) establecen en una carretera transitada, deteniendo todo el tráfico y “seleccionando” a aquellos que por su vehículo, ropas, etc., parecen estar en mejor situación financiera.

Resulta difícil comprender cómo hombres armados cortan con múltiples vehículos, a veces por espacio de horas, una carretera y no hay reacción efectiva por parte de las fuerzas de seguridad, ni persecución de los secuestradores. Por el contrario, en un tácito reconocimiento de impotencia, particularmente durante los fines de semana largos (puentes) los principales diarios publican las rutas donde existen mayores o menores posibilidades de ser secuestrado. Simultáneamente, las fuerzas de seguridad notifican a la población las vías que intentarán mantener abiertas. Como la información es siempre incierta, aumenta notablemente el atractivo emocional de los viajes terrestres.

Tampoco los vuelos de cabotaje son demasiado confiables: aviones con su pasaje completo fueron obligados a aterrizar en pistas improvisadas y los pasajeros quedaron por varios meses “disfrutando” de la hospitalidad de las FARC o del ELN.

Los secuestradores

¿Quiénes son los secuestradores? El record colombiano de secuestros, llamados eufemísticamente “retenciones”, lo detentan las FARC, que además reconocen casi orgullosamente esta actividad —si bien por modestia no lo destacan en sus currículo durante sus giras europeas. Llegaron incluso a darle un marco de “legalidad revolucionaria” al promulgar durante el año pasado la Ley 002, por la cual todo individuo o empresa con un capital superior a un millón de dólares debe pagar el impuesto revolucionario o arriesgarse a ser “detenido” y quedar su liberación supeditada al pago de dichas sumas.

Señalemos tangencialmente que la estructura de las FARC se financia de tres fuentes: primera y principal, el narcotráfico; luego, los secuestros y finalmente, de los “impuestos” cobrados en los municipios que controlan. El ELN, pariente pobre de las FARC, sigue la misma metodología aunque, tal vez, con un grado de profesionalidad algo menor y además, por su tamaño más reducido no le es posible rivalizar con las FARC en el número de secuestros.

Finalmente, las bandas de delincuentes comunes también se especializan en esta tarea bajo dos modalidades diferentes. Los hay verdaderos “cuentapropistas” que trabajan para ellos mismos, que seleccionan a sus víctimas, realizan el secuestro, retienen al secuestrado —casi siempre en el ámbito urbano—, negocian con la familia/empresa, cobran y devuelven o asesinan, según las circunstancias. Carecen de logística e infraestructura, por lo que les resulta difícil mantener a la víctima con vida por mucho tiempo. Suelen conformarse con cifras relativamente modestas porque quieren el pago en cuestión de horas, un par de días máximo, en contraposición a las FARC/ELN que llegaron a mantener secuestrados durante un año.

El segundo grupo está integrado por los “revendedores”, delincuentes comunes con buenos contactos con los grupos guerrilleros a quienes venden “el paquete” (la víctima) por una fracción del rescate estimado. Estas operaciones, particularmente en las ciudades, pueden también responder a “encargos especiales” que la guerrilla hace, señalando un objetivo en particular que desean sea secuestrado, casi siempre por su potencial económico. Otras veces las guerrillas encargan estos secuestros cuando tienen dificultades operativas en un determinado núcleo urbano, entonces prefieren que sean las bandas de delincuentes las que hagan la operación y les entreguen al secuestrado para luego ocuparse ellos de “guardar” a la víctima.

Un porcentaje menor de estos delitos se comete por razones políticas, particularmente cuando se quiere evitar que un candidato participe en una contienda electoral. Él mismo o un familiar cercano son secuestrados como forma de señalar la conveniencia de retirarse de la lid política.


Julio A. Cirinoes presidente delCentro de Estudios Hemisféricos Alexis de Tocquevillecon sede en Buenos Aires.

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