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Julio Cirino

En la Recta Final

A cuatro días de la votación, y pendiente aún el debate televisado, los observadores coinciden en que, salvo un “desastre” de último minuto, difícil de imaginar, el interrogante es si Luis Inacio “Lula” da Silva triunfará en la primera vuelta o si, por el contrario, será necesario un ballotage.

Durante el miércoles los mercados continuaron con la conducta errática, pero en general desfavorable al real que venimos observando en las últimas semanas. Es que el temor a un default en el futuro de Brasil sumado a la incertidumbre que provoca Lula, no contribuye precisamente a la calma.

Hablando de calma, la ciudad de Río de Janeiro apareció hoy, prácticamente militarizada, como consecuencia de los gravísimos incidentes del martes. Aún no se sabe con precisión cuál fue el detonante, pero en las primeras horas de la mañana motocicletas tripuladas por enmascarados comenzaron a bajar de las “favelas” que controla el más poderoso comando del narcotráfico de Río, el denominado Comando Vermelho. El mensaje a los comerciantes en las playas y zonas turísticas era simple, “cierren o les prendemos fuego”. Colegios del centro de la ciudad comenzaron a recibir llamadas aconsejando que suspendieran las clases y en los principales hoteles cercanos a la playa se recomendó a los turistas no salir a las calles. Las conjeturas parecen apuntar a una acción por parte del jefe narco, Fernandinho Beria Mar, detenido ahora en un batallón de la policía militar en el centro de Río de Janeiro después del motín que lideró días atrás en una cárcel de máxima seguridad, oportunidad en la que “elimino” a cuatro jefes de bandas rivales. A consecuencia de esto sus “privilegios”, como celulares y visitas le fueron revocados.

Dejando de lado la anécdota de los incidentes, para las autoridades de Brasil, los comandos del narcotráfico que suman al trafico de cocaína, el de armas y la practica de secuestros extorsivos se han convertido en una amenaza que no puede se ignorada.

¿Habrá dos Lulas?

El Presidente del banco más grande de Brasil, el Itaú, señaló horas atrás en un seminario que congregaba a potenciales inversores, mayoritariamente norteamericanos, que Lula será el próximo presidente de Brasil y lo describió como un hombre honesto, pragmático y no un populista.

La otra campana puede ser el periódico conservador norteamericano, Washington Times, que en los últimos días publicara dos durísimos editoriales donde poco faltaba para afirmar que Lula convertiría a Brasil en un miembro del “eje del mal” al que alude el Presidente Bush.

A Lula, ya Presidente, le quedarán abiertos dos caminos posibles: inclinarse por un “modelo”a la Hugo Chavez (Venezuela) acentuando las notas más nacionalistas de su partido, el Partido Trabalhista (PT) y procurando bloquear la política hemisférica de la administración Bush, en especial respecto del Área Latinoamericana de Libre Comercio (ALCA). Contrabalanceando esto con una revitalización del MERCOSUR y una búsqueda de apoyo en la Unión Europea y en países como China, Japón o la India, que pueden estar interesados en aumentar los intercambios con esta parte del planeta.

La otra opción sería un Lula asumiendo una postura más cercanas a las de Ricardo Lagos, el presidente socialista de Chile, caracterizado por sus excelentes relaciones con los Estados Unidos y su apoyo a la integración económica del hemisferio con el vecino del norte.

En la presente situación de Brasil, con el “real” bajo ataque y la sombra de un default en el horizonte la respuesta que un eventual triunfo de Lula reciba de los Estados Unidos en las primeras horas después de conocidos los resultados, muy posiblemente fijará el tono para lo que será su presidencia.

Hoy la economía de Brasil se encuentra en el medio de la operación de salvataje más grande que ha realizado el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su historia, con un monto de 30.000 millones de dólares pendientes entre 2002 y 2003, actualmente el Fondo desembolsará hasta 6.000 millones en lo que queda del año. El resto, es contingente a que el nuevo presidente mantenga la disciplina fiscal y que el gasto público no se dispare, esto no parece ser simple de lograr si nos atenemos a las promesas electorales de “Lula candidato” y a la plataforma de su partido.

Por otro lado, se hace difícil aceptar que un país con 50 millones de pobres, problemas graves de desnutrición y analfabetismo pueda continuar ignorándoles por mucho más tiempo.

Atender a estas urgencias, lograr el crecimiento sostenido, atraer a los incrédulos inversores y mantener un presupuesto equilibrado serán algunas de las tareas del nuevo presidente, no importa su nombre...

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