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Julio Cirino

La Reina del Plata

Así solían decirle a esta ciudad que tanto se asemeja en sus construcciones a la Gran Vía madrileña, con mezcla de París en la belle epoque. Famosa por sus carnes, los “bifes” como se les llama localmente, por la elegancia de sus mujeres y por su fuerte clase media, comerciante y profesional, hoy con más de 12 millones de habitantes y 9 ratas por cada uno de ellos, la ciudad que con cualquier lluvia se convierte en Venecia, no es ni una sombra de lo que supo ser.

Diez años pasaron ya desde que el entonces presidente Carlos Menem, abrazara con fe ciega las reformas económicas que, de acuerdo a la teoría, llevarían al libre mercado y al crecimiento del país, achicando el enorme aparato burocrático estatal, dando paso a eficientes empresas privadas. Los datos de finales de los años 80 hablaban de una población por debajo de la línea de pobreza de unas 300.000 personas, hoy se estima casi en 1.000.000 el número de almas que deben sobrevivir con 1$ que equivale a 1 dólar al día, en una ciudad donde el tradicional “cafecito” cuesta en promedio 2 dólares y el mínimo bus urbano se paga 0,75centavos.

La teoría detrás de las reformas iniciales de Carlos Menem era básicamente correcta, pero era esto, solo teoría abstracta que debía adaptarse a la realidad peculiar de cada país. Es cierto, los servicios públicos, tales como telecomunicaciones, el metro, agua corriente, electricidad, gas, etc, eran verdaderos monumentos prehistóricos con enormes pérdidas operativas, sin inversión y con tecnologías de principios del siglo XX. No eran pocas las familias que solían mostrar –ya como cuadros familiares– requerimientos aún insatisfechos de servicios telefónicos que habían cumplido 25 años de espera.

Por esto, la ola privatizadora fue inicialmente aplaudida por la mayoría de la población del país, que claro, no tenía acceso a los contratos de privatización y su letra pequeña y mucho menos podía imaginar lo que se negociaba a puertas cerradas. El resultado fue un importante grupo de funcionarios, parlamentarios, magistrados y hasta periodistas que devinieron potentados en horas, sin que un sistema judicial inexistente sintiera la mas mínima curiosidad por tan maravillosas mejoras patrimoniales. Por otra parte, el sistema tributario se mostraba completamente incapaz de cobrar a quienes más poseen y la tan anunciada “ley penal tributaria”, que supuestamente mandaría entre rejas a los grandes evasores, resultó un león sin dientes.

Mientras tanto, las noches muestran en Buenos Aires un nuevo y extraño fenómeno, es un pequeño ejercito de sombras, que llega silencioso cada día, vienen de la periferia, unos caminando, en bicicleta otros, se organizan para disputarse la basura de la ciudad. Latas, papeles, cartones, botellas, madera y por qué no, restos de comidas, todo sirve para estos nuevos desposeídos que la gente ve “sin ver”.

La clase media en tanto, aprendió inglés a la fuerza, para poder entender por qué “downsizing” debía traducirse como “te vas a la p. calle”. Luego vendrían los días de buscar un nuevo empleo, los más afortunados obtendrían algo, con sueldos inferiores, o comprarían un “taxi” de los miles que hoy circulan por la ciudad, los menos –que son los más– pasarían a engrosar la lista de quienes consumidos los ahorros, vencidas las cuotas terminan hoy tratando de sobrevivir con trabajos temporarios, que tal vez les dejen 350 dólares al mes; mientras observan con admiración a los “curules de la democracia” fijarse –en algunas provincias– dietas de hasta 15.000 dólares mensuales.

Hoy, las estadísticas oficiales, siempre optimistas, señalan que en el casco urbano de Buenos Aires, no menos de 6.000 personas viven sistemáticamente en la calle. En este contexto, el delito se disparó como flecha, y una fuerza policial sin capacitación, organizada como a principios del siglo, con serios problemas de corrupción que compra con sorprendente regularidad autos de patrulla, armas y uniformes nuevos, parece que nada puede hacer para proteger al ciudadano victima de la violencia que es ahora cosa de todos los días.

Los más favorecidos hace rato ya que escaparon de la ciudad, viven en barrios cerrados o en zonas con seguridad privada y costos de vida que superan generosamente a los de New York o Zurcí.

Mientras tanto, la última semana, en medio de los preparativos para recibir a mas de 30 ministros de todo el hemisferio, se inició lo que puede ser una epidemia de leptospirosis... sí ... le enfermedad de las ratas, y esto sucede en la Reina del Plata...

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