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Julio Cirino

Niet...Tovarich Cavallo

Casi no nos dimos cuenta, pero el pasado 1 de Diciembre quedará marcado en la historia como el renacimiento, tal vez efímero, de la economía centralmente planificada. Por cierto, aún no tenemos plan quinquenal ni cuota de producción, pero a cambio tenemos la versión siglo XXI de la cartilla de racionamiento, es la llamada “tarjeta de débito”, única forma de escapar del cepo de los 250 pesos (por ahora dólares) semanales que a los argentinos se les permite retirar en efectivo, de cuenta corriente o caja de ahorro.

El “ukase” del camarada Cavallo es más extenso y previsor aún, ya que incluye la prohibición de salir del país con más de $10.000 dólares en efectivo, exponiéndose quien lo intentara a toda suerte de requisas (se recomienda releer Papillon). También para las empresas rigen regulaciones varias en cuanto a la transferencia de divisas al exterior.

Estos nuevos decretos ya están generando hoy un verdadero caos en los bancos, donde los clientes cautivos y malhumorados aguardan 4 o 5 horas (al mejor estilo soviético) para ser atendidos por también agotados empleados bancarios que vieron aumentar sus horas de trabajo, pero no sus salarios. Sin embargo los banqueros (que no los bancarios) no dejan de sonreír, miles de nuevas cuentas, cientos de miles de tarjetas, miles de nuevas chequeras, todas ellas con su correspondiente costo, son el pago que tovarich Cavallo les hace como regalo de navidad.

Pero el viernes 7 de Diciembre, viendo que las negociaciones con el FMI, lejos de hacer prever nuevos desembolsos, presagiaban serios nubarrones, allá partió el Ministro con sus boyardos.

Cuarenta y ocho horas le bastaron en el otoño del norte para descubrir que... lo habían descubierto: sus cuentas con respecto a las del FMI mostraban una “pequeña” discrepancia de $1.500 millones de dólares, y la ausencia de un presupuesto para el 2002 (guardado bajo siete llaves en los cofres del ministro) hacía aún más difícil “digerir” todo el paquete. Palmadas, sonrisas y abrazos aparte, el calvo Rasputin regresó sin un rublo (perdón dólar), pero no sin algunos consejos que en estos días procura poner en práctica, en medio de una creciente tormenta política.

Las opciones son simples: o se sale de la convertibilidad, dejando de lado la utopía “un peso un dólar”; o se realiza un recorte de gastos por $4.000 millones de dólares para el año entrante; o bien, se encara un problemático aumento de ingresos que a la vez no implique -abiertamente- un aumento de impuestos. Hacia allí mismo vamos. Los promocionados “planes de competitividad” de los que alardeábamos tres meses atrás aguardan hoy su turno con el verdugo, y así se espera ahorrar unos $1.800 millones de dólares; además se estudian nuevos impuestos para cooperativas y asociaciones mutuales, el impuesto al cheque se elevaría de 0,6% al 1,2%, el sueldo anual complementario se pagaría -en el mejor de los casos- en cuotas. Ni que decir que con este “plan” la actividad caerá todavía más, la depresión va a ahondarse y las chances de crecimiento serán igual a cero.

La Unión Industrial Argentina, Confederaciones Rurales y las Centrales de Trabajadores expresaron ya no sólo su rechazo a esta situación, sino además que, aunque todas estas medidas se implementaran el ansiado crecimiento no aparecería ni buscando con lupa.

Falta por conocerse aún qué suerte le aguarda a los acreedores externos y si bien “tovarich” fue más que hermético en cuanto a su futuro el próximo viernes 14 se podrá tener un anticipo por cuanto ese día debemos abonar unos $910 millones en letras y bonos, los cuales sólo podrían cancelarse echando mano de las menguadas reservas.

De la confianza de los inversores, de los ahorristas y del común de las gentes, de eso mejor ni hablar, los comentarios callejeros no pueden reproducirse en un periódico respetable y el paro general que se llevará a cabo el jueves dan cuenta de una tensión social que sube como la columna del termómetro, con un índice de paro que roza el 20%, y manteniendo el campeonato mundial de “riesgo país” con más de 4.000 puntos básicos lo que hace inexistente todo tipo de créditos.

Así el panorama, sólo queda, amables lectores desearles Feliz Navidad desde el nuevo gulag criollo.

© www.libertaddigital.com 2001
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Este artículo, junto a otros de Carlos Sabino, Pedro Salinas, Ricardo Medina Macías, Víctor Llano, etc. se publica en la Revista de América de Libertad Digital. Si quiere leerlos, pulse AQUÍ


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