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Julio Cirino

Nubes de tormenta

Dos semanas atrás, autoridades comerciales de los Estados Unidos anunciaron su intención de negociar un acuerdo bilateral con Chile, poniendo una nota de duda en la integración de este país en el Mercosur. La reunión cumbre de los jefes de Estado del Mercosur comienza mañana en la localidad Brasileña de Florianópolis, y debería haber sido la oportunidad para culminar seis meses de negociaciones del bloque con Chile, aprobando su solicitud para convertirse en miembro plenario.

Creado en 1991, el acuerdo Mercosur (Mercosul en su versión Brasileña) implica hoy un PIB combinado de aproximadamente un trillón de dólares y representa un mercado de 200 millones de personas. Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay son sus miembros plenos, con Chile y Bolivia como “asociados”.

Para muchos analistas, desde su creación, el acuerdo mostró un desbalance a favor de Brasil –la economía mas poderosa de Sudamérica– país al que se le atribuye la intención de valerse de este bloque para equilibrar el “Área de Libre Comercio de las Américas -ALCA-, iniciativa lanzada desde los Estados Unidos. En tal sentido, el Presidente de Brasil, Fernando E. Cardozo, encabezó recientemente un esfuerzo para lograr un acuerdo con la Unión Europea en el año 2003; al tiempo que procuraba la concreción de una Unión Aduanera con los países de la Comunidad Andina de Naciones.

El objetivo estratégico final de Brasil sería así liderar un enorme frente regional que se presentara unido para una negociación futura con los Estados Unidos -que han hecho saber su intención de no negociar con bloques, sino individualmente con cada país. La posible frustración de este objetivo brasileño explicaría la reacción algo destemplada del Ministro de Exteriores de ese país (Luis F. Lampreia), quien llegó a hablar días atrás de sanciones comerciales contra Chile, canceló sumariamente una reunión ya acordada con la delegación comercial chilena y puntualizó que este último tendría que elegir entre el Mercosur y un acuerdo con Estados Unidos.

Richard Fisher, segundo en el Departamento de Comercio de los Estados Unidos, calificó la actitud del presidente Cardozo de “imprudente, bordeando lo infantil”, señalando además que para el inicio de las negociaciones con Chile, cuya primera ronda se llevó a cabo a partir del pasado 6 de diciembre en Washington DC, no era necesario contar con el acuerdo del Congreso de los EE.UU., conocido como “fast track”, y que le corresponderá al próximo presidente –que asume el 20 de enero próximo– determinar la forma en que continuarán las negociaciones.

Tomando distancia de la postura Brasileña, el presidente de Uruguay calificaba el inicio de las negociaciones como un desarrollo positivo para la región, de cara a la tercera Cumbre de las Américas a desarrollarse en Québec en abril venidero.
En la reunión de Florianópolis que comenzará mañana se estima muy probable que Brasil procure restaurar un consenso regional para su visión del “Mercosul”, la que posiblemente incluya posponer la implementación del ALCA hasta el año 2010, postura esta que se contrapondría a los deseos de Argentina y Chile de adelantar al menos un año la fecha inicialmente prevista para el 2005.

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