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Larry Elder

El largo camino hacia la riqueza

La inversión y la especulación son dos cosas distintas. Los especuladores entran y salen, intentando subirse a la siguiente ola. Los inversores saben que las cosas fluctúan al alza y a la baja, pero ellos permanecen centrados en el largo plazo.

"El hombre", allá por mis tiempos, se llamaba Joe Granville. Con su pelo negro engominado y sus trajes oscuros, tenía el aspecto propio de un iniciado que conocía la bolsa, pero que despejaba los obstáculos para que el "pequeño inversor" también pudiera sacar tajada. Un día Granville dijo: "Vendan todo". La bolsa enseguida sufrió un marcado descenso, durante un día o así. Su proceder funcionó durante un par de años, hasta que dio los suficientes consejos e hizo las suficientes predicciones como para que los errores se acumulasen. El público perdió interés y, al final, rechazó a Granville considerándolo como un chalado.

"El hombre" es hoy Jim Cramer, el presentador del programa Mad money en la CNBC. Durante una bajada reciente de la bolsa, el analista de mercado y asesor de inversiones aseguró que la situación era un "armagedón". Pese a su éxito, la publicación financiera Barron's ha llegado a estas conclusiones:

A lo largo de los dos últimos años, los espectadores que poseyeran los valores de Cramer habrían obtenido una rentabilidad de un 12%, mientras que el Dow Jones subió un 22% y el S&P 500 un 16%, según un registro de 1.300 de las recomendaciones de compra de la estrella de la CNBC compilado por YourMoneyWatch.com, una página web gestionada por un analista de mercado jubilado y leal seguidor de Cramer.

También examinamos una base de datos de las elecciones de Cramern en Mad Money mantenida por su propia página web, TheStreet.com. Sólo abarca los seis últimos meses, pero incluye el sorprendente número de 3.458 valores, principalmente compras, interrumpidas por algunas ventas. Estas elecciones no suponen beneficio ni pérdida alguna con respecto al mercado. Contabilizando las comisiones, habría salido mucho mejor parado con un fondo que simplemente siguiera el mercado.

Esto plantea una vieja pregunta. Si "el hombre" lo sabe todo –cuándo comprar, cuándo vender– ¿por qué no se limita a sentarse delante de su ordenador y hacerse rico?

Cuando tenía unos nueve o diez años, mi madre me llevó por primera vez a las carreras. Cerca de la entrada había de pie varios tipos que vendían chivatazos para las apuestas. Por un precio, podías comprar para cada carrera una lista de caballos que se esperaba que ganaran, llegaran en segundo lugar o en tercero. "Mamá – dije –, ¿por qué no compramos una de las listas?" Ella me miró y me dijo: "Si tanto saben, ¿por qué no están dentro apostando?"

El mercado de valores se dio un buen batacazo hace unos 20 años. Justo antes de la caída, en una circular a sus clientes, una analista de una de las principales firmas de inversión "predijo" la avalancha de ventas. Inmediatamente se convirtió en "el hombre". Las cadenas competían entre sí para entrevistarla. Guapa, pelirroja de pelo rizado, gustaba a la cámara y ofrecía predicciones detalladas.

¿Su consejo después de la caída? Alejarse de los mercados. El mercado de valores, dijo, se parecía ahora a una casa de los horrores, el infierno de Dante, un lugar al que sólo se podía entrar bajo propia responsabilidad. Retrospectivamente, resultó que la bajada fue una excelente oportunidad de compra. Pero en todas y cada una de las entrevistas que le hicieron, ella dio el consejo contrario. Como sucedieran con Granville, al final se acumularon las suficientes predicciones equivocadas como para que perdiera credibilidad y se esfumó. Comenzaba la búsqueda de un nuevo gurú.

Conozco un puñado de personas extremadamente ricas. Que yo sepa, ninguno llegó a la posición que ocupan encendiendo la televisión y viendo a tipos como Cramer decirles qué tiene que hacer. Los ricos, hayan obtenido su fortuna en el mercado inmobiliario o dirigiendo un negocio, estuvieron trabajando duro durante 20 o 25 años. Se levantaban temprano, se quedaban hasta tarde, vivían modestamente, gastaban frugalmente y un día se despertaron ricos.

La inversión y la especulación son dos cosas distintas. Los especuladores entran y salen, intentando subirse a la siguiente ola. Los inversores tienden a ser pacientes. Saben que las cosas fluctúan al alza y a la baja, pero ellos permanecen centrados en el largo plazo.

En cuanto a la bolsa, la revista Fortune ha publicado que, durante los años 80, los valores dieron un beneficio anual del 17,6%. Pero si un agente se perdió 40 de los 2528 días de actividad bursátil de la década y resultaron ser los cuarenta mejores, el rendimiento anual del agente caía al 4%. Moraleja de la historia: nadie sabe nada. Nadie puede predecir los ascensos y los descensos. Pero a la larga, la tendencia es al alza. Aquí lo que hay que recordar es justamente eso: "a la larga".

El legendario inversor Warren Buffett afirma que las palabras más importantes sobre inversión fueron escritas por su mentor, el economista e inventor Ben Graham: "Quien invierta en acciones no debería estar demasiado preocupado por las erráticas fluctuaciones en los precios del valor, puesto que a corto plazo el mercado de acciones se comporta como una máquina de votar, pero a largo plazo actúa como una báscula (es decir, su valor real se reflejará a largo plazo en su valor de mercado)."

Hace años veía una serie humorística en la tele. En ella, un personaje explicaba por qué los polis le enviaron a prisión. "Quería ser rico, pero parece que el modo de lograrlo era levantarse temprano y trabajar realmente duro. Eso no me atraía, así que me puse a robar."

Lo siento, pero no hay atajos.

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