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Larry Elder

John Edwards necesita discriminación positiva

John Edwards apoya la discriminación positiva, es decir, la preferencia por el "desfavorecido". Pero, según la señora Edwards, el terreno de juego ya no se inclina en contra de las minorías, sino en contra de personas como su marido, un varón blanco.

Elizabeth Edwards, esposa del candidato presidencial demócrata John Edwards, quiere discriminación positiva... para los varones blancos. Bueno, vale, no lo dijo exactamente de esa manera. Al explicar el motivo de que su marido dependa tanto de Internet –en contraposición a los medios tradicionales– para dar a conocer su mensaje, la señora Edwards dijo:

De alguna manera, es el modo en que tenemos que funcionar. No convertir a John en un negro, ni en una mujer. Esas cosas te consiguen mucha atención de la prensa, que se traduce en un buen número de dólares recaudados para la campaña. Bueno, está bien salir en las noticias, pero no es el principio y el fin de todas las cosas.

De modo que la sólida campaña de la senadora Hillary Clinton no refleja nada más que su sexo. Y la competitiva campaña del senador Barack Obama descansa principalmente en su raza. Oye, entonces cualquier negro podría lograrlo. Barack Obama, el rapero Snoop Dogg, o la celebridad televisiva Mr. T.... ¿qué más da?

Si, según Edwards, el sexo del candidato juega un papel tan importante, ¿qué pasó con la candidatura presidencial del 2000 de la hoy senadora Elizabeth Dole? ¿O de la ex senadora Carol Moseley Braun, cuya campaña presidencial del 2004 no fue a ninguna parte? Y eso que Braun mataba "dos pájaros de un tiro", siendo mujer y además negra.

El reverendo Al Sharpton, que se presentó a presidente en el 2004, se quejó de que, a causa de su raza, los medios lo ignoraron:

Creo que cuando te das cuenta de la falta de diversidad en las salas de prensa, de la falta de diversidad entre los editores y aquellos que tienen el poder, entonces comprendes que desprecian automáticamente cualquier cosa que no sea como ellos, es decir, varones blancos. Creo que hasta la fecha hemos visto algunos ejemplos muy obvios de insensibilidad racial en la cobertura de esta carrera electoral.

Cuénteselo a la señora Edwards.

¿Qué hay del gobernador demócrata de Nuevo México, Bill Richardson, que es de origen hispano? Sirvió como secretario de energía del ex presidente Bill Clinton y como embajador norteamericano ante Naciones Unidas. Richardson también ayudó a dar un vuelco a la economía de Nuevo México mediante bajadas de impuestos. En ese estado, disfruta de unas cifras de popularidad del 65%. Pero como candidato presidencial demócrata, se encuentra atascado en las encuestas en números de una sola cifra. ¿Qué le pasó a la ventaja de ser minoría?

¿Cuántos Demócratas saben que su héroe, su John Wayne –el presidente John F. Kennedy– se oponía a la discriminación positiva? Según una noticia de U.S. News and World Report de 1963, el Presidente Kennedy dijo:

No creo que podamos deshacer el pasado. De hecho, el pasado va a estar con nosotros durante muchos años en la forma de hombres y mujeres sin formación que perdieron su oportunidad de una educación decente. Tendremos que hacerlo lo mejor que podamos. Eso es lo que estamos intentando hacer. No creo que las cuotas raciales sean una buena idea. Creo que es un error empezar a asignar cuotas según raza, religión, nacionalidad... Por otra parte, sí creo que tendríamos que hacer un esfuerzo por dar una oportunidad justa a todo el mundo que tenga aptitudes, no a través de una cuota, sino simplemente mirando nuestras listas de empleados, examinar en qué áreas estamos contratando personas y garantizar al menos que estamos dando a todo el mundo una oportunidad justa. Pero no cuotas rigurosamente implementadas. (...) Está demasiado mezclada esta sociedad nuestra como para empezar a dividirnos según raza o color.

Ward Connerly, el hombre que inició la Propuesta 209 de California (el éxitoso intento de abolir las preferencias en función de raza y género patrocinadas por el estado), expone una idea interesante. Los defensores de la discriminación positiva dicen que la necesitamos porque "el campo de juego sigue siendo desigual". El marido de la señora Edwards apoya la discriminación positiva, es decir, la preferencia por el "desfavorecido". Pero, según la señora Edwards, el terreno de juego ya no se inclina en contra de las minorías, sino en contra de personas como su marido, un varón blanco.

La señora Edwards puede haber dado con algo. El examen de un grupo selecto de 28 universidades muestra que cuando un aspirante negro sacaba entre 1250 y 1300 de los 1600 de su examen de selectividad, era admitido en tres de cada cuatro casos. Sin embargo, cuando un estudiante blanco sacaba la misma puntuación, sus posibilidades de admisión eran de una entre cuatro. Y en su libro Civil rights: rethoric or reality? (Derechos civiles: ¿retórica o realidad?), el escritor y economista Thomas Sowell afirma: "Las parejas negras con formación universitaria en las que tanto el marido y la mujer trabajan habían logrado hacia 1980 ingresos superiores a las parejas blancas de la misma descripción".

El Tribunal Supremo en el 2003, en un veredicto 5 a 4, respaldó el uso de la raza como criterio en las matriculaciones universitarias. La juez Sandra Day O'Connor, en el fallo, afirmaba que la sociedad necesitará de preferencias raciales durante otros 25 años para corregir males pasados.

La señora Edwards piensa, al parecer, que la sociedad canceló su hipoteca mucho antes.

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