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Laurence A. Elder

¿Realmente queremos a los demócratas a cargo?

Incluso si excluimos el precio de las guerras de Afganistán e Irak, la seguridad nacional y la ayuda humanitaria del Katrina, el Partido Republicano ha dado la espalda a su presunta filosofía de "gobierno limitado".

El 60% de los americanos, según las encuestas recientes, considera Irak un error. Teniendo en cuenta la impopularidad de la guerra, los demócratas esperan hacerse con el control de una de las cámaras del Congreso este otoño, si no las dos. Asumiendo que esto suceda –y aún no lo creo– ¿estarán mejor los norteamericanos?

Cierto, el candidato pacifista Ned Lamont ganó al senador Joe Lieberman en las primarias demócratas de Connecticut. Pero mire la "estrategia" de Lamont para la guerra en Irak. Pide "una retirada paulatina" de las tropas. ¿Una "retirada paulatina"?

El senador Lieberman, que está en desacuerdo con el Presidente Bush virtualmente en todos los temas nacionales, comprende los riesgos en Irak, aún si su partido no lo hace. "Estoy convencido", escribía Lieberman, "de que casi todo el progreso en Irak y en todo Oriente Medio se perderá si las fuerzas norteamericanas se retiran más rápidamente de lo que el ejército iraquí sea capaz de asegurar el país".

Durante la reciente guerra entre Israel y Hezbolá (y Líbano, Siria e Irán), criticamos con justicia al gobierno libanés por la ausencia de voluntad o capacidad para patrullar su frontera sur. Pero muchos demócratas quieren que salgamos de Irak y abandonemos a un ejército y policía iraquíes que han mostrado su voluntad, si bien no su capacidad hasta la fecha, de patrullar y proteger su propio país.

La "retirada paulatina" de Lamont enviaría otra señal más a los enemigos para que simplemente esperen a que nos vayamos. Osama bin Laden considera a Estados Unidos impaciente, carente de resolución y falto de voluntad para el sacrificio. Recuerda que nuestra retirada apresurada de Vietnam, y posterior fracaso a la hora de cumplir las promesas hechas al sur de Vietnam, acabaron en un baño de sangre en el sureste de Asia que dejó más de 3 millones de muertos.

Para conocer la variante de política exterior apaciguadora de los demócratas, basta con recordar al presidente Jimmy Carter. Con apenas unos cuantos meses en su presidencia, animó a los norteamericanos a considerar "nuestro injustificado temor al comunismo". Carter besó al entonces líder soviético Leonid Brezhnev en la mejilla. Brezhnev invadió Afganistán.

Carter, crítico a ultranza de Bush, ayudó a desatar la "revolución iraní" de 1979 presionando al Shah de Irán para "liberar presos políticos". Para mostrar su gratitud, los iraníes secuestraron 90 rehenes en la embajada americana, reteniendo a 52 de ellos durante 444 días, liberándolos minutos después de que Ronald Reagan asumiera el cargo. Durante la crisis de los rehenes, Carter envió lo que algunos llamaron una carta de creyente a creyente de su puño y letra al ayatolá Jomeini. La carta elogiaba al ayatolá como "un hombre de Alá".

La otra línea importante de ataque demócrata acusa a los republicanos de irresponsabilidad fiscal. Este es su argumento más fuerte y persuasivo. Puesto que es cierto que este presidente, con la aprobación de la legislatura controlada por los republicanos, acumula facturas a un ritmo más rápido que cualquier presidente desde Lyndon Baines Johnson. Incluso si excluimos el precio de las guerras de Afganistán e Irak, la seguridad nacional y la ayuda humanitaria del Katrina, el Partido Republicano ha dado la espalda a su presunta filosofía de "gobierno limitado".

Pero la principal crítica de los demócratas es llamar tacaños a los republicanos. Acerca de la monstruosa expansión de Medicare con la ley de recetas para la tercera edad, el senador demócrata por Massachussets Ted Kennedy dijo: "Dado que la administración y la directiva republicana rehúsan aportar los fondos necesarios para una ayuda adecuada para adquirir fármacos, más y más ancianos afrontan el ridículo 'agujero de donut'. Ese es el enorme vacío que deja importantes costes sin cubrir a los que cotizan".

Acerca de No Child Left Behind, otra expansión sin garantías del gobierno federal en materia de educación, los demócratas, junto con la Asociación Nacional de Educación (NEA), la consideran sin fondos suficientes. "La ley exige que Washington la pague ", decía el presidente de la NEA Reg Weaver, "y el hecho es que Washington no está manteniendo esa promesa. Como resultado, los dólares de nuestros padres contribuyentes se están desviando de las aulas y dedicando a impulsar los beneficios de las compañías que examinan a nuestros hijos, en lugar de dedicarse a su educación".

La líder de la minoría Nancy Pelosi, de California, y otros demócratas de la Cámara, difundían una agenda de cambio "Nueva dirección para América" en seis vertientes: seguridad real y retirada paulatina inmediata de Irak; salario mínimo más alto; formación académica más barata; independencia energética y menores precios de los carburantes; cuidado sanitario barato; y algo llamado "Seguridad y dignidad de jubilación", que pide apuntalar las pensiones privadas.

¿Observa que falta algo? Ni una palabra acerca de Corea del Norte. Ni una palabra acerca de Irán. Y virtualmente cada una de las seis iniciativas Demócratas exige mayor intrusión del gobierno federal, impuestos más altos y desprecio al sector privado a la hora de competir e innovar. En pocas palabras, "irresponsabilidad fiscal".

Los estadounidenses, a pesar de nuestra incomodidad con la guerra de Irak, nos damos cuenta no obstante de las consecuencias en la guerra contra el islamofascismo de un súbito abandono. Y la próxima vez que usted escuche a un demócrata atacar a los republicanos por "un gasto sin medida", plantee la siguiente pregunta: "Además del ejército, ¿dónde debe meter la tijera del gobierno?"

El silencio será ensordecedor.

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