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Lucía Prieto

Jorge Lorenzo, justo campeón

Independientemente de cómo nos caiga Lorenzo o qué creamos de las posibilidades del mallorquín con Rossi y Pedrosa en plenas condiciones, disfrutemos de un nuevo y merecido triunfo del deporte español y del motociclismo.

Once años después de que Alex Crivillé se convirtiera en el primer piloto español en proclamarse campeón del mundo de la categoría reina, otro español, Jorge Lorenzo, ha repetido la proeza. El mallorquín, digan lo que digan, ha sido el mejor de la temporada. También el más regular, el más cerebral dentro y fuera de los templos de la velocidad. Nadie gana un mundial porque otros cometan errores, sino que lo gana por ser el que más puntos consigue y el que más y mejor presiona a sus adversarios.

Durante estos días he oído a mucha gente decir que Lorenzo ha sido campeón de MotoGP porque Rossi se cayó en Mugello y no pudo luchar en la pista con el mallorquín. Lo cierto es que el día que Rossi cayó, ante la incrédula mirada de los tifosi, su compañero de equipo ya era líder de la clasificación general. Quizás parte del mérito del error cometido por el italiano fue la presión que Lorenzo impuso desde un box alicatado hasta los dientes por un Rossi que sabía desde el principio de temporada que el enemigo dormía en casa.

Nadie duda de que Valentino es el mejor piloto de motos de todos los tiempos, pero eso no debe empañar la realidad, la que refleja que el Mundial de Moto GP se ha coloreado este año de rojo y gualda. El actual campeón ha hecho una temporada perfecta, ha terminado todas las carreras y sus peores resultados han sido dos cuartos puestos en los grandes premios de Japón y Aragón. Sin duda, hubiera sido más bonito y más apasionante que Rossi hubiera podido disputar el Mundial al mallorquín, pero no creo que el resultado hubiera sido distinto.

Sólo hay que recordar las carreras de Le Mans o la de Jerez, donde Lorenzo se impuso a Valentino sin dudar en las frenadas o al abrir gas, y lo hizo con la autoridad con la que ganan los campeones. El balear ha conseguido llevar a la pista ese descaro que a veces roza la arrogancia, que demuestra fuera del asfalto en cada una de sus declaraciones. Su carácter, tantas veces criticado, es la mejor arma del mallorquín. Un piloto no sólo debe ser el mejor, debe creerse el mejor, el más rápido y no dejar de correr cuando se baja de la moto.

Sus palabras tras proclamarse campeón del mundo en el circuito malayo de Sepang fueron de agradecimiento a los suyos, pero también de ánimo para aquellos que persiguen un sueño a su manera sin importarles lo que piensen los demás. Sin duda, una declaración de intenciones que define a la perfección a un joven que llegó con fuerza a la categoría de 125 c.c. y se convirtió en el piloto más precoz en ganar una carrera. Mucho ha cambiado aquel descontrolado e impetuoso Lorenzo, marcado en las categorías pequeñas por Dani Pedrosa, señalado por mucha gente como el sucesor de Alex Crivillé. Pero los dos títulos conseguidos por Jorge Lorenzo en 250 c.c. hicieron crecer al mallorquín, calmar sus nervios sobre la moto y gestionar su potencial. Personas como su jefe de equipo en Yamaha, Ramón Forcada, han dado la serenidad necesaria a Lorenzo para aguantar la presión hasta el final.

Independientemente de cómo nos caiga Lorenzo o qué creamos de las posibilidades del mallorquín con Rossi y Pedrosa en plenas condiciones, disfrutemos de un nuevo y merecido triunfo del deporte español y del motociclismo. Disfrutemos de la mejor temporada de los españoles en el Mundial. Disfrutemos también del campeonato del mundo en Moto2 logrado por Toni Elías, el primer ganador de la historia de esta categoría. Un año histórico porque no sólo seremos campeones en las tres cilindradas, sino que también los pilotos españoles coparán los tres subcampeonatos. Gracias a todos ellos por regalarnos estos domingos de carreras.

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