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Cebrián imparte instrucciones

El pasado lunes, Juan Luis Cebrián publicaba en El País uno de sus artículos-edicto, para impartir instrucciones a las fuerzas políticas parlamentarias.

No es casual que lo hiciera ese día. La defenestración de Artur Mas - nuestro hombre en Barcelona – y la toma de control del proceso separatista por parte de la CUP, han hecho saltar las alarmas. Como pronostiqué en mi editorial del domingo pasado, la victoria de los separatistas más radicales iba a obligar a "los aprendices de brujo de nuestra clase política a rehacer todos sus planes". ¡Ni veinticuatro horas tardó Juan Luis Cebrián, el brujo mayor, en impartir sus nuevas órdenes!

Y no se crean Vds. que Cebrián se anda con disimulos: con una claridad rayana en lo obsceno, le dice directamente al PP, al PSOE, a Ciudadanos, a Podemos e incluso a Izquierda Unida, cómo deben actuar a partir de ahora.

¿Y qué instrucciones da el aprendiz de brujo mayor? Pues veamos:

En primer lugar, me alegra mucho ver a Cebrián confirmar lo que vengo diciendo desde hace tanto tiempo: que el objetivo último de todo lo que hemos vivido en estos años no era otro que la reforma en sentido confederal de la Constitución. Lo primero que le dice Cebrián a las fuerzas políticas es que tienen que pactar una reforma constitucional que confederalice España y que imponga un "laicismo exigente". Nada que no supiéramos: laicismo y liquidación de la soberanía nacional son aspiraciones de Cebrián que ya conocíamos.

Lo sorprendente viene a continuación: hasta tal punto es importante ese objetivo de la reforma constitucional para Cebrián (y sus amos, sean quienes sean), que Cebrián toleraría que gobierne el PP y no el PSOE, para poder conseguirlo. De hecho, en el artículo deja claro que preferiría que gobierne el PP, para que sea éste el que se coma el marrón de hacer el trabajo sucio de la reforma.

Pero la cosa no queda ahí: Cebrián se permite el lujo de exigir a Ciudadanos no solo que apoye al PP, sino que entre en el gobierno y asuma con los populares el desgaste de la reforma.

¿Y por qué habría de fiarse el PSOE de que PP y Ciudadanos acometan las reformas que Cebrián quiere? Pues porque la abstención del PSOE para que PP y Ciudadanos formen gobierno estaría condicionada a que ambos partidos acepten por escrito cargarse la Constitución del 78.

¿Y qué instrucciones imparte Juan Luis a PSOE, a Podemos y a Izquierda Unida (a todas las izquierdas, dice)? Pues que dejen a la derecha gobernar y encabezar esa reforma constitucional.

¿Qué sentido tiene, se preguntarán Vds, esa reforma confederal, si el proceso catalán está ya en manos de quienes solo aceptan la secesión y no se conformarían con meros cambios constitucionales? Pues ninguno. Absolutamente ninguno. Pero lo que hay que entender es que la reforma constitucional NO SE OFRECE para contentar a los separatistas. Es al revés: el proceso separatista se ha estado alimentando (y financiando) todos estos años PARA JUSTIFICAR la reforma confederal de la Constitución.

Desde ese punto de vista, resulta fácil ver que estos años pasados solo han sido un simple ejercicio de chantaje: nuestra clase política decidió que había que aumentar la tensión territorial HASTA que la opinión pública aceptara la reforma. Y en eso estamos: por eso se ha consentido todo a los separatistas, por eso no se les ha parado los pies judicialmente, por eso se ha regado con dinero ilimitado a quienes no ocultaban sus planes de crear estructuras de estado independiente. La tensión separatista era necesaria para poder comparecer ante la opinión pública y decir: "¿Veis qué grave problema territorial tenemos? Eso indica que hay que reformar la Constitución".

Pero el problema que tienen ahora Cebrián y sus aprendices de brujo es que el control del 'proceso' se les ha ido de las manos. Ya no pueden pararlo. Y por eso publica el artículo Cebrián: ha saltado como un resorte en cuanto la CUP ha defenestrado a Artur Mas y ha asumido el control.

El proceso ya solo puede acabar de dos formas: o con la secesión, o con la intervención de la autonomía. Y cualquiera de las dos cosas acabaría con el chantaje y arruinaría, por tanto, los planes de confederalización.

Así que a Cebrián no le queda más remedio que huir hacia adelante y conseguir el compromiso de reforma constitucional antes de que todo estalle.

Pero hay varios problemas. El primero, el de las personas. Para que el PSOE deje, con su abstención, gobernar al PP, es necesario antes que Rajoy desaparezca de escena. Y Cebrián lo pide abiertamente en su artículo. Como también es necesario (aunque Cebrián no lo dice expresamente) que desaparezca Pedro Sánchez, porque si no consigue ser presidente de gobierno, Sánchez estará muerto políticamente.

El segundo problema es el de los tiempos políticos. Es casi enternecedor ver a Cebrián expresar el deseo, casi al final del artículo, de que la situación política en Cataluña no se radicalice con demasiada velocidad. Porque sabe que, si lo hace, se van los nuevos planes al garete: cualquier paso jurídico en falso provocaría necesariamente la intervención de la autonomía, más pronto que tarde.

El último problema, que Cebrián no menciona, es la situación económica. El entorno internacional está mandando señales muy preocupantes, que apuntarían a que nos encaminamos a otra recesión. Si eso es así, los planes de Cebrián tampoco podrían implementarse, porque de nuevo España se vería obligada a volcar todas sus energías en un ajuste brutal de los gastos, y una reforma para dar más poder a las autonomías sería inasumible para la población.

Resumiendo: que en el circo de Cebrián, están creciendo los enanos. Y se está poniendo nervioso. Así que los próximos meses prometen ser ciertamente interesantes.

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