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Mi tío de América no existe

Alain Resnais es, junto a Jean-Luc Godard y François Truffaut, uno de los máximos exponentes de lo que se dio en llamar la Nueva Ola del cine francés, surgida en la década de 1950. Quizá ustedes lo conozcan por películas como "Hiroshima Mon Amour", "El año pasado en Marienbad", "Te amo, te amo" o "Stavisky", para la que contó con guión de Jorge Semprún.

Sus películas cubren muy diversos estilos, desde el documental puro al cine romántico, aunque siempre con una manera de hacer muy peculiar, muy experimental.

Una obra no muy conocida de Resnais lleva por título "Mi tío de América". Debido a su carácter híbrido entre una película clásica y un documental, no fue precisamente un éxito de taquilla, a pesar de lo cual es un film que merece la pena ver. En la película, Resnais narra las historias de tres personajes (uno de ellos un joven Gerard Depardieu, que comenzaba por entonces a madurar como actor), tomando esas historias como pretexto para explicar las teorías de psicología evolutiva del médico y filósofo francés Henri Laborit, quien aparece en la película explicando sus experimentos sobre conducta animal.

Así presentado, el guión parece de lo más poco atractivo y la película suena al típico coñazo del cine de autor con pretensiones intelectuales. Pero se trata de una película interesante, en la que Resnais sabe analizar la influencia que sobre nuestro comportamiento tienen las convenciones sociales, nuestras experiencias pasadas e incluso las películas de cine que vemos, que contribuyen a moldear nuestros gestos y nuestras expresiones mucho más de lo que la gente se imagina.

Una de las pautas de conducta descritas en la película por Laborit, y que más generalizada está entre los seres humanos, es la resignación irracional ante situaciones que nos hacen infelices. "Todos nosotros" - viene a decir Laborit en la obra de Resnais - "nos pasamos la vida rodeados de problemas que nos angustian. Pero, en lugar de encararlos, en lugar de enfrentarnos a ellos, en lugar de tratar de forjar nuestro propio destino, nos pasamos la vida resignándonos ante esos problemas, confiando en que algún día se morirá nuestro tío de América y recibiremos esa herencia inesperada que nos arreglará la vida. Y entonces todos los problemas desaparecerán y podremos, al fin, ser felices". Es esa tesis de Laborit, precisamente, la que da título a la película.

Evidentemente, ese tío de América es tan solo una metáfora. Pero es verdad que casi todos nos pasamos la vida esperando que suceda algo inesperado y sorprendente, algo que arregle de manera milagrosa esos problemas a los que no queremos o no sabemos enfrentarnos.

Y, por supuesto, la vida va transcurriendo sin que esos problemas lleguen nunca a arreglarse. Por la sencilla razón de que nuestro tío de América no existe.

Miren Vds. el problema catalán. Muchas personas son conscientes de la gravedad de la situación, creada por un estado central que hace mucho que abdicó de sus responsabilidades. No pasa día sin un nuevo desafío, sin una nueva humillación a España. Se acepta con deprimente naturalidad que se hable de cosas como el indulto a los golpistas.

Y frente a eso, ¿cuál es nuestra reacción? Pues esperar a que alguien haga algo. Esperar a que los partidos políticos arreglen la situación. Esperar a que los poderes financieros pongan orden por miedo a la inestabilidad. Esperar a que Europa le pare los pies a los separatistas.

Todos nosotros volvemos cada mañana nuestra cara hacia el buzón de correos, esperando encontrar allí el telegrama que nos informe de que nuestro tío de América ha muerto, haciendo desaparecer con su herencia todas nuestras cuitas. Pero no es verdad que haya nadie que vaya a sacarnos las castañas del fuego. No es verdad que los políticos nos vayan a proteger de las adversidades; la mayoría de ellos solo protege sus intereses personales No es verdad que nuestros problemas vayan a esfumarse porque Europa acuda en nuestro rescate; allí andan los golpistas por tierras europeas, riéndose de España en la cara. No es verdad que ningún poder financiero vaya a mover un dedo porque España continúe existiendo; ellos seguirán haciendo caja; exista España o no exista.

No hay nadie que vaya a solucionar los problemas por nosotros.

Mientras no nos remanguemos y nos pongamos manos a la obra; mientras no nos preguntemos "¿Cómo puedo yo cambiar, aunque sea mínimamente, las cosas?"; mientras no dejemos de creer de una vez en nuestro inexistente tío de América…lo único que puede hacer la situación es empeorar.

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