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Luis del Pino

El juicio del bórico: segunda sesión

Así que no sólo es verdad que se rehizo al menos un informe de análisis en relación con el 11-M, como habíamos denunciado, sino que también es verdad que se ocultó conscientemente información en aquellos cuatro días cruciales

Hoy se ha celebrado la segunda sesión del juicio, que se ha iniciado con la declaración de los tres restantes imputados. La línea de defensa elegida por los procesados está clara: es cierto que se modificó el informe originalmente elaborado por los tres peritos, pero esa modificación no tenía importancia ninguna, porque se trataba de un informe que no era todavía oficial y los datos eliminados no eran relevantes.
 
Vamos progresando. Cuando el escándalo saltó, no sólo se negó que se hubiera modificado ningún informe, sino que encima se intentó, desde ciertos medios, acusar de falsificación a los tres peritos que originalmente lo elaboraron.
 
Como ayer comentábamos, la pregunta es: ¿y qué otros informes se modificaron antes de enviárselos al juez Del Olmo?
 
Pero esa pregunta fundamental, que es la verdadera sustancia del juicio, ha quedado oscurecida por la declaración del primero de los testigos, el perito Escribano.
Escribano ha relatado que su jefe le dijo que había que quitar del informe las referencias a ETA "por orden de la superioridad". Ha relatado también las amenazas y el acoso sufridos a raíz de que se negara a modificar su informe original. Pero lo más importante de su declaración se ha producido cuando se le ha preguntado por qué se negó a eliminar de su informe los párrafos en los que aparecía mencionado el hallazgo de ácido bórico en poder de un comando de ETA.
 
Escribano ha explicado que se negó a acatar aquella orden por la concatenación de circunstancias anómalas que él había vivido en primera persona en relación con el caso del 11-M. Y ha comenzado a relatar esas circunstancias.

Ha relatado, por ejemplo, cómo el mismo 11-M se le ordenó retener durante horas el resultado de los análisis efectuados al resto de explosivo supuestamente encontrado en la furgoneta Kangoo. Esas órdenes le fueron dadas por sus superiores, Andradas y Ramírez, que dijeron haberlas recibido a su vez del entonces comisario de la Policía Científica, Carlos Corrales.
 
Así que no sólo es verdad que se rehizo al menos un informe de análisis en relación con el 11-M, como habíamos denunciado, sino que también es verdad que se ocultó conscientemente información en aquellos cuatro días cruciales que van del 11-M a la jornada electoral.
 
¿Es cierto que Carlos Corrales ordenó que no se transmitiera el resultado de aquel análisis hasta las 10 de la noche? ¿O es una invención de los superiores del perito Escribano? Creo que alguien tendría que aclararnos de quién partió aquella orden y cuáles fueron los motivos que llevaron a retener esa información.
 
Escribano ha narrado también otros episodios, como la llamada que le hicieron para analizar una caja de Goma2-ECO que apareció en extrañas circunstancias en Pozuelo, en la madrugada del 12-M. O la petición de uno de sus superiores, el 15 de marzo, para que se encargara él de custodiar los informes de análisis realizados, petición a la cual se negó, por lo irregular. O la comparecencia ante Del Olmo y la fiscal Olga Sánchez, en diciembre de 2005, en la que ya le preguntaron por esa metenamina que aparecía en el análisis del explosivo de la furgoneta Kangoo, pero no en el de la mochila de Vallecas. Desafortunadamente, a Escribano no le han dejado continuar con su relato.
 
¿Cuánto más hace falta para que alguien empiece a investigar de una vez, desde instancias oficiales, qué fue lo que pasó el 11-M?
 
¿Cuánto más hace falta para que alguien escuche el clamor de muchas de las víctimas de esa masacre, que quieren saber la verdad, un clamor que hoy ponía de manifiesto de manera estremecedora Ángeles Pedraza, vicepresidenta de la AVT, en un artículo publicado en el periódico El Mundo?
 
¿Cuánto más hace falta para que tanta gente deje de mirar hacia otro lado?

 

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