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Luis del Pino

Negociación-trampa

El PP tiene en su mano, por vez primera, una baza ganadora. Porque quien tiene que rectificar es el Gobierno, no el PP, que no se ha movido de su sitio

Se escucha el bisbiseo a nada que se ponga un poco de atención. Los pelos de las moquetas echan humo de tanto paso apresurado de un lado a otro de los despachos. El tiempo de la mentira se acaba y el horror al vacío comienza a hacer su aparición. Hay que improvisar planes B, hay que encontrar una salida.
 
Presiones de todo tipo. Presiones sobre los medios, cada vez más acusadas. Presiones sobre el PP, algunas muy solemnes y, sin embargo, no bobas. Presiones negativas y positivas. La amenaza y la promesa se suceden, preludiando el inicio del cónclave de adivinos.
 
Por primera vez en mucho tiempo, el PP ha jugado bien sus cartas y ha mantenido el tipo a pesar de esas presiones. Se ha sabido combinar la dureza en los principios con el mensaje templado y se ha sabido trasladar a los españoles la idea de que lo que el sábado se iba a vivir no era más que un acto de partido. Y el resultado ha sido de mucho más alcance que la mera desactivación de una manifestación que estaba destinada a tratar de apuntalar a un gobierno que se deshace como un azucarillo. Porque se ha conseguido demostrar, de forma rotunda, que el Gobierno ha perdido la iniciativa y ha perdido el apoyo de la calle.
 
El Gobierno jugó a secuestrar la manifestación de ecuatorianos y el acorazado mediático se puso a toda máquina a trabajar para que la ciudadanía respaldara a Zapatero. Ni un solo español se ha quedado sin saber que había que manifestarse el sábado, a pesar de lo cual ayer no consiguieron juntar más a unos cuantos miles de liberados sindicales y a D. Florencio Martínez, que pasaba por allí y se pensó que era la cola del cine. Las fotografías de la manifestación son patéticas: ni una toma de alcance, no sea que veamos dónde acaba la "multitud".
 
El divorcio es cada vez más acusado, pero no entre izquierda y derecha, sino entre un Gobierno alucinado y una ciudadanía que ha dicho "¡Basta!". Y ni todos los editoriales del mundo, ni el poder combinado de todas las televisiones, van a conseguir que los españoles apoyen ninguna solución transaccional. El camino contra ETA sólo es uno.
 
Las presiones se redoblan y se invita al PP a participar en una negociación-trampa con la que intentar salvar los muebles. "Hay que proporcionar a Zapatero un camino alfombrado para la vuelta al Pacto", aconsejan los augures. "Hay que evitar acorralar al partido que hoy Gobierna", dicen los expertos. "Hay que impedir que el PSOE se eche, de forma definitiva, en manos de la banda", aconsejan los cráneos pelados. "No se puede jugar con la estabilidad del sistema", sentencian por fin los importantes, queriendo decir, en realidad, "¿Qué pasa con lo mío, si esto se viene abajo?".
 
El horror al vacío, trufado de intereses.
 
Todavía no se han dado cuenta de la verdadera situación. Todavía no comprenden que esa negociación-trampa está condenada al fracaso. Porque los ciudadanos no tenemos la culpa de que ETA marque el calendario. No tenemos la culpa de que nadie intentara tapar una masacre el 11-M. No tenemos la culpa de tantos intereses creados y tanto dossier suelto.
 
Es más, no sólo no tenemos la culpa, sino que nos importa un carajo a quien se lleve por delante la regeneración necesaria. No tenemos ningún miedo al vacío, por la sencilla razón de que no estamos desde tiempo inmemorial aislados en la moqueta y sabemos cómo es la gente de la calle: buena gente que llora con las víctimas y odia a los asesinos; buena gente que quiere a su país y que defiende, con dignidad y civismo, a los que sufren; buena gente que no comprende que nadie anteponga sus intereses a cosas que son de simple justicia.
 
El PP tiene en su mano, por vez primera, una baza ganadora. Porque quien tiene que rectificar es el Gobierno, no el PP, que no se ha movido de su sitio. Y si eso significa que el PSOE tiene que prescindir de Zapatero, que lo haga. Y si eso significa que el PSOE debe ser sustituido por un verdadero partido de izquierdas, que se lo sustituya. Y si eso significa que alguno pierde el chiringuito, será porque ese alguno ha estado manteniendo el chiringuito gracias a una situación donde los ciudadanos eran los que ponían los muertos.
 
Nos importa un bledo lo que ETA cante y a quién se lleve con ello por delante. Afortunadamente, hay un partido que no entró en el juego perverso y que puede tener hoy la cabeza bien alta. Y yo sugeriría a los preocupados que no traten de llevar al PP al terreno de la negociación-trampa, porque podrían terminar por conseguir que la riada se llevara también por delante al PP. Y entonces sí que nos enfrentaríamos al vacío.
Rajoy y todo el PP han jugado bien sus cartas. ¿Van a seguirlas jugando, ahora que el humo de las moquetas no deja ver bien el horizonte? Estoy seguro de que sí.
 

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