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Luis Hernández Arroyo

Costes de información y crisis

De aquí a proponer gobiernos fuertes, de izquierdas claro, que estén a favor de los pobres, tipo Hugo Chávez, va un corto paso que ya han recorrido muchos, como el aliado de las fuerzas antisistema Joseph Stiglitz.

La economía académica tiene sus ciclos, como todo. En los 80 y 90, gracias a Reagan y Margaret Thatcher, y también a un largo proceso académico anterior, se consolidó el interés por la economía liberal. Lo que prima ahora en la economía es los fallos de mercado.

En 2001, Stiglitz, Akerlof y Spence ganaron el premio Nobel de economía por sus aportaciones en la asimetría en la información. El ejemplo típico de asimetría es el del mercado de coches de segunda mano (Akerlof), en el que el comprador no puede obtener información veraz sobre el coche que le interesa, o le costaría muy caro. Lo único que conoce es el precio (mejor dicho, un precio de salida que podría rebajarse) y, con suerte, la fama, buena o mala, del vendedor. Es fácil ver que en cualquier mercado hay un mayor o menor grado de asimetría, que se va venciendo, la mayoría de las veces, por el simple método de la prueba y el error a cargo de consumidores. Por tanto, la asimetría no justifica universalmente la intervención de una autoridad cuya misión fuera reducirla; más aún, es de temer que tal intervención acabaría costando más a todos: comprador, vendedor, y contribuyentes que pagaran los sueldos de los inspectores, o como se llamasen los funcionarios.

Una de las ramificaciones de la teoría de la asimetría es la escuela neokeynesiana, que, como dice uno de sus miembros más destacados, Gregory Mankiw, es cualquier cosa menos keynesiana. Dan la espalda en casi todo a Keynes y el keynesianismo: no tienen fe alguna en la política fiscal; son partidarios de un presupuesto equilibrado y una deuda baja. En lo que creen es en la fuerza desestabilizadora de la política monetaria, en un sentido u otro, y por eso algunos, como Leland Yeager, ha llegado a decir que no son keynesianos, sino monetaristas friedmanianos disfrazados. Lo cierto que es "toman" muchas ideas de Friedman.

Pero dejemos las etiquetas que no conducen a nada. Lo interesante de la teoría de la información asimétrica es que se ha convertido en una de las bases que confieren seriedad a las ideologías de izquierdas de hoy. Según esto, la asimetría invita a la intervención estatal en defensa de los consumidores e inversores (y países) que tienen una posición de debilidad ante grupos de poder o naciones más fuertes –¡EEUU, claro!–, sobre todo si viven en países no desarrollados en los que no hay oferta abundante y diversificada, ni cultura política, ni nada que impida que casi toda transacción sea un abuso y un fraude.

De aquí a proponer gobiernos fuertes, de izquierdas claro, que estén a favor de los pobres, tipo Hugo Chávez, va un corto paso que ya han recorrido muchos, como el aliado de las fuerzas antisistema Joseph Stiglitz. Desgraciadamente, su antiguo prestigio de economista oscurece a muchos lo ignaro de sus actuales afirmaciones. Como sucede muchas veces, un concepto digno de ser analizado se vulgariza y se convierte en una llave universal, pero esta vez el primer paso lo han dado los profesionales de la economía. Cuando la famosa Tasa Tobin, no fue Tobin quien se subió al carro de la demagogia –por el contrario, dijo que no veía aplicable su tasa para defender el medio ambiente: él la había propuesto para encarecer la especulación–, y casi ningún economista de prestigio lo hizo: fueron los mismos propagandistas los que abusaron de la idea. (Puede decirse, pari passu, que igual que Charly Marx abusó de los conocimientos sobre Smith y Ricardo ingeridos en el British Museum...)

La crisis financiera ha venido a reforzar a este grupo de economistas; y es que el origen de la crisis es un problema de información asimétrica de determinados productos financieros que se han diseminado por multitud de carteras institucionales y que luego han resultado fraudulentos. Pero eso no justifica afilar los cuchillos pretendiendo cercenar el avance tecnológico que ha habido en las finanzas y las claras ventajas que ha traído: mayores posibilidades de transferir el riesgo a quien lo desea y, por eso mismo, mayores facilidades de acceso al crédito de grandes segmentos de la población que antes no podía soñar con comprar una casa. El problema es cuando la asimetría se convierte en malas prácticas, valoraciones de riesgo ineficientes, abuso y fraude. Pero esas prácticas, su descubrimiento súbito y las crisis subsecuentes siempre han existido: la historia está llena de ellas, bajo cualquier régimen monetario, desde la famosa burbuja de los bulbos de tulipanes en el XVII. Y siempre existirán.

En Libre Mercado

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