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Luis Hernández Arroyo

El Euribor y los problemas de España

Los salarios reales van a caer, pese a las grescas callejeras a que vayamos a asistir. Y la brecha entre salarios privados y protegidos (funcionarios y otros) va a aumentar dramáticamente.

¿Tiene alguna lógica macroeconómica que el Euribor esté en su máximo nivel de ocho años? En diciembre de 2000, el Euribor estaba a 4,88%; ahora ha tocado ya el 5%. Pero en aquella fecha de 2000, el ciclo económico estaba en su pico, los beneficios habían empezado a caer en EEUU, y comenzaba la recesión del 2001. La Reserva Federal comenzó a bajar los tipos de interés oficiales al ver que los riesgos contractivos eran mucho mayores y más probables que los riesgos inflacionarios, muy remotos. La FED recortó desde el 6,5% al 1% de 2003. El BCE se movió en la misma dirección, por motivos similares; desde un máximo del 4,75% bajó al 2% en junio del 2003. (A la hora de comparar la distinta agresividad en bajar los tipos, téngase en cuenta el atentado de las Torres Gemelas y la Guerra de Irak, aparte de la contracción de las magnitudes monetarias americanas en 2003, por primera vez en muchos años.)

Pero lo importante es que los tipos de interés básicos de ambas zonas se movieron en la misma dirección ante el riesgo de recesión. En el presente ha sucedido al revés: cuando en agosto estalló la crisis financiera, la FED, tras algunos titubeos, decidió hacer prioritario el riesgo de una crisis bancaria sistémica y una profunda recesión que todavía no ha desaparecido, y bajó agresivamente el tipo de interés desde el 5,25% al 2% actual. El BCE lo mantiene en el 4% desde entonces. Hay que decir que la estrategia del BCE antes de la crisis era continuar el proceso de subida que se había iniciado en diciembre de 2003, desde el 2% mínimo alcanzado entonces. Incluso desde hace 10 meses que se mantienen estancados los mercados interbancarios, el BCE no renuncia a decir que su objetivo prioritario es la inflación, que para el colapso bancario ya ha dispuesto líneas especiales de liquidez, y que el tipo de interés reiniciará sus subidas en cuanto la ocasión lo permita.

Ahora volvamos a la pregunta inicial: ¿Tiene sentido que si el tipo oficial está en el 4%, el Euribor –referencia obligada de mínimos de las hipotecas y otros préstamos– esté en el 5%, cuando el contexto macroeconómico está cambiando hacia el debilitamiento? Yo creo que no; creo que la amenaza inflacionista, tan recurrida, justifica, quizás, el tipo de interés básico del 4%, pero no el Euribor del 5%, y camino de más altas cumbres. Un diferencial entre el tipo oficial y el Euribor de más de un punto porcentual es anómalo (lo normal son 10 puntos básicos., es decir, el Euribor estaría en el 4,10%), e indica que la crisis interbancaria no se arregla, o, peor, se agrava. E indica también el fracaso del BCE en esas operaciones especiales de liquidez, dirigidas a ayudar al interbancario sin aumentar el dinero en circulación. El dinero en circulación no ha aumentado, efectivamente, ni en USA, ni en Reino Unido, ni en la zona euro. Muy bien, pero la crisis de los mercados sigue en todo su esplendor como muestra el diferencial entre el tipo oficial y el LIBOR de las tres zonas.

Veamos los efectos sociales de tales desbarajustes en España. Un tipo de interés del 5%, al que hay que añadir el margen habitual cargado al cliente, supone un tipo de renovación de hipotecas en vigor al alza, hasta un 5,75%, para unas rentas que en términos reales están cayendo. Las rentas del consumidor caen y caerán por estancamiento de la renta salarial nominal, por la pérdida del trabajo de uno o los dos de la pareja endeudada, por la subida de alimentos y energía y por la pérdida de patrimonio debida a la caída del precio de la vivienda hipotecada. Por estas razones, sólo el consumo va a sufrir un recorte importante. La debilitación de la fuerza reivindicativa laboral (salvo en centros públicos) hace improbable una recuperación de la capacidad adquisitiva: los salarios reales van a caer, pese a las grescas callejeras a que vayamos a asistir. Y la brecha entre salarios privados y protegidos (funcionarios y otros) va a aumentar dramáticamente. No hace falta mencionar, supongo, que esto no es precisamente un alivio para las empresas, especialmente las más productivas, mucha de las cuales cerrarán. Lo malo es que las otras, las causantes de los excesos, serán las que reciban alguna ayuda, pues tienen los lobbies untados y preparados. Pues la fragmentación y debilitamiento del Estado a que asistimos tiene como primer efecto la potenciación de los grupos de interés.

Así, la idea Ilustrada de meternos en el euro y la UE, a costa de la soberanía, para solventar nuestros ancestrales tentaciones políticas –especialmente separatistas–, mira por dónde, nos va a resultar un amargo trago, o algo peor. El euro no era más que una pieza de un proyecto de debilitamiento de los estados hacia un poder supranacional y escasamente democrático, controlado por Alemania y Francia, y a fe que en España lo han conseguido. Aznar al menos lo sabía, o lo aprendió enseguida, y jugaba duro en las negociaciones. Tenía "una idea de España". Ahora su herencia política, nacional, liberal e integradora la está tirando a la calle su sucesor. ¿Quién la recogerá?

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