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Luis Hernández Arroyo

El plan Paulson sale adelante

El plan Paulson lo que persigue es precisamente abrir un mercado a los activos tóxicos. Tendrá que ofertar un precio inferior al nominal pero suficientemente atractivo a la entidad vendedora.

Si alguien no ve el espíritu de paletos que nos gobierna, no tiene más que oír la solemne estupidez que ha dicho José Blanco sobre el derrumbe del sistema financiero de EEUU: "igual que la caída del muro de Berlín supuso el fin del comunismo, la caída del sistema financiero de EEUU va a suponer la caída del neoconservadurismo". Ahí queda eso para las hemerotecas y para la inacabada Historia universal de la infamia de Borges. Desgraciadamente, es un concepto muy extendido entre nosotros que la pobreza es culpa del capitalismo.

Parece que llega a puerto el plan Paulson/Bernanke para evitar el colapso del sistema financiero mundial, no solo americano. Estos recursos que los americanos han inmovilizado ante la posible quiebra en cadena de todos los bancos, no atañen sólo a EEUU, obviamente; gracias a la globalización, que ha sacado a tantos países de la pobreza, los bancos del mundo y las finanzas están interrelacionadas estrechamente. Por esa mayor capacidad financiera es por lo que los déficits exteriores han aumentado tanto: es más accesible el ahorro mundial para financiar proyectos, aunque no todos excelentes, como podemos comprobar. También, por otra parte, esa mayor capacidad financiera mundial hace al sistema más inestable, pero la inestabilidad y las crisis siempre han existido y son consustanciales al hombre, sea con el régimen político o económico que sea.

Es pronto y no se conocen todos los detalles del plan para valorarlo en toda su extensión, pero no es pronto para calibrar su necesidad o su redundancia. 

Primero, ¿había que hacer algo? Creo que después de unas semanas en que han desaparecido cinco gigantes bancarios y otros han entrado bajo sospecha, creo que era ineludible hacer algo para estabilizar el pánico de los inversores. Ante los avatares del plan, que varias veces estuvo a punto de naufragar, un banquero del Reino Unido comentó: "me siento como si estuviera a 15 minutos del fin del mundo". Puede sonar anecdótico, pero seguro que mucha gente se siente así.

Como todo en la vida, la teoría de que los desajustes los arregla el mercado no es de aplicación universal. Lo sería, si no existiera el dinero y su demanda infinita en determinadas circunstancias de desconfianza total. Pero el dinero se convierte en único refugio y eso convierte en universal lo que era un problema limitado. Con la desaparición del dinero van despareciendo líneas de actividad en principio saneadas y la desconfianza lleva a la paralización de las decisiones. Recuerdo el consejo que daba el presidente de nuestra CNMV al principio de la crisis: "lo que tienen que hacer los bancos es aflorar las pérdidas y recapitalizarse". Un excomunista diciendo a un banquero lo que tiene que hacer. Me recuerda un viejo chiste de Mingote:

Un mendigo paupérrimo pide limosna a un gordo que está poniéndose morado de cigalas y éste le dice: "Lo que tiene usted que hacer es ingresar en el banco unos miles de pesetas todos los días, como yo".

Segundo, ¿era ese precisamente el mejor plan? El plan Paulson lo que persigue es precisamente abrir un mercado a los activos tóxicos. Tendrá que ofertar un precio inferior al nominal pero suficientemente atractivo a la entidad vendedora. El único motivo para que intervenga el Tesoro es que éste tiene menos prisa por liquidar esos activos: puede esperar a que las cosas se pongan en marcha de nuevo, el crédito se restaure, los mercados financieros se recuperen, los pisos dejen de caer, y entonces venderlos –se espera– a un precio superior al de adquisición. Es esa capacidad de espera lo que hace necesaria la presencia del Tesoro.

¿Había alternativas? Cientos de alternativas se han visto en la prensa –anglosajona, claro–, planes además muy críticos con el de Paulson. El problema de todos ellos, como el que sintetizaba en su columna del Financial Times Martin Wolf, apoyado por un grupo de economistas, es que apelaban a la iniciativa privada, como si ésta fuera a ponerse en marcha repentinamente tras un año de parálisis total. También se ha tachado el Plan de injusto por "salvar" a los "malos" con los impuestos de los "buenos" (en Estados Unidos, los buenos son los fabriles de Main Street, los malos, los tahúres de Wall Street). Creo que pocos zánganos se van a salvar. El plan no intenta salvar a nadie, sino que vuelva a funcionar el crédito. Es peligroso intentar hacer justicia en retrospectiva mientras el mundo se hunde. Se pueden llevar ante el fiscal a unos cuantos y eso no es incompatible con el plan.

Fannie Mae y Freddie Mac, Morgan Stanley, Lehman Brothers, AIG, Bear Stearns y el penúltimo, Washington Mutual, otro gigante. En Europa, ya ha empezado la cuenta. ¿El fin del capitalismo? Eso quisieran muchos. En los años 1929-33, cuando caían miles de bancos pequeños por retirada de depósitos, se inició el crecimiento de los partidos marxistas y fascistas. Hubo una guerra. Durante décadas, el capitalismo estuvo acomplejado ante los "éxitos" del comunismo. Esperemos que con esta intervención se alejen esos fantasmas. De todas formas, aún evitándose el peor de los escenarios, hay daños irreparables. 

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