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Luis Hernández Arroyo

La economía sobre ruedas

Todavía estoy esperando que en Europa los mediocres comentaristas de economía actualicen sus arcaicos manuales al uso de política monetaria, tan llenos de tópicos, polvo y telarañas

La Reserva federal ha vuelto a subir un cuarto de punto su tipo de interés oficial, hasta el 3,5%. Una señal más de que la economía USA va sobre ruedas, dadas las circunstancias petrolíferas. Todavía recuerdo las críticas unánimes a Greesnpan cuando en 2001 bajó los tipos de interés al 1%. Recuerdo a Friedman diciendo: “mi amigo Greenspan se ha equivocado y va a provocar una subida de la inflación que será difícil de controlar”. Ayer se podía leer en un prestigioso diario económico madrileño: “Parece evidente que a la FED se le fue la mano en el ciclo bajista de tipos de interés...” Pero Greesnpan no se equivocó, como demuestran los hechos. Realmente evitó una deflación que todos hubiéramos sufrido amargamente, y la inflación se mantuvo controlada. La economía se recuperó saludablemente, con unas tasas de avance de la productividad espectaculares: tres años seguidos creciendo a una media del 3,7%. Naturalmente, ahora que el empleo aumenta, esas tasas no se mantienen; pero el último dato de productividad no deja de ser envidiable: 2,2% de crecimiento anualizado en el segundo trimestre, con una creación media del empleo de 190 mil empleos por mes. La tasa de paro está en el 5%. Una comparación con otros países muestra que ninguno alcanza esas tasas de productividad, salvo algún país asiático como Corea, pero Corea tiene una renta per cápita igual a la mitad de la de EEUU.
 
Naturalmente, hay nubes en el panorama: el archimencionado déficit exterior y la amenaza del petróleo. Pero ya expliqué en otro artículo que no es de la responsabilidad de EEUU que China sea una dictadura sin mercados internos que puede imponer un tipo de cambio hiperdevaluado que distorsiona los precios internacionales. Ítem más: buena parte del déficit se debe precisamente a la sólida rentabilidad ofrecida a los inversores exteriores; en otras palabras, EEUU es el sitio más atractivo para depositar los ahorros, lo que permite a los residentes gastar en exceso sobre su renta. Mientras este gasto se haga con cabeza y las inversiones sigan siendo productivas, no cabe pensar en un súbito cambio de preferencias de los ahorradores. Con todo, es de esperar que la gradual subida de tipos ejerza un efecto de contención de la demanda interna y que se corrija lentamente el déficit.
 
Una perspectiva más larga permite juzgar con más criterio la actuación del denostado Greenspan. En sus casi 20 años (1987-2005) de mandato, el PIB y la inflación han reducido drásticamente su volatilidad. En ese periodo, la tasa de crecimiento medio anual del PIB ha sido de un 3,1%, similar a la de 1970-87, pero con una elocuente desviación típica inferior en más de la mitad: 1,3% frente al 3%. No todo el mérito es imputable a él: siempre ha reconocido que tiene la suerte de vivir en el país más proclive a asumir riesgos individuales, y nunca ha ocultado la aportación que a esto tuvo la presidencia de Reagan. Pero, al menos, puede presumir de no haberse injerido en el curso natural del crecimiento, salvo para contrarrestar, con gran acierto, los imprevistos choques desestabilizadores. Y a fe que los ha habido (atentados, guerra, derrumbes de la bolsa...). Probablemente, sea la FED el único banco central dispuesto abajarlos tipos ante un derrumbe de los activos que en Japón llevó a una penosa deflación porque el banco de Japónsubiólos tipos del 4% al 8,5%. Una cuestión de prioridades y valoración de riesgos, lección opaca en estas y otras tierras. Todavía estoy esperando que en Europa los mediocres comentaristas de economía actualicen sus arcaicos manuales al uso de política monetaria, tan llenos de tópicos, polvo y telarañas (y de sesgo ideológico).

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