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Luis Pazos

Ellos consumen y nosotros pagamos

La pérdida de miles de vidas y de millonarios recursos dedicados a la guerra contra el narcotráfico en México se debe, según Mary O’Grady a la fracasada prohibición de ciertas drogas.

El 18 de agosto, la conocida columnista del Wall Street Journal Mary Anastasia O’Grady publicó un artículo al que tituló Mexico Pays the Price of Prohibition (México paga el precio de la prohibición). O’Grady sostiene que la guerra contra las drogas se libra incorrectamente y que el país más perjudicado es México. La guerra contra las drogas ha generado más muertes en México, 4.909 desde diciembre de 2006 hasta hoy que a las sufridas por militares norteamericanos en la guerra de Irak, 4.142 desde marzo del 2003 a la fecha.

La pérdida de miles de vidas y de millonarios recursos dedicados a la guerra contra el narcotráfico en México se debe, según Mary O’Grady a la fracasada prohibición de ciertas drogas. Esa prohibición, al igual que pasó con el licor desde 1920 a 1933, genera muchos más daños a la sociedad que beneficios.

En Estados Unidos, gran parte de la cocaína introducida desde México se consume en reuniones sociales para alargar las fiestas. Esos consumidores se sienten más felices con la droga que ingieren, mientras en México con el dinero proveniente de esa droga se arma al crimen organizado, que ha extendido sus tentáculos al secuestro y la extorsión. Cerca del 90% de las cárceles federales en México están ocupadas por acusados de narcotráfico y su red de crímenes.

Estados Unidos es el principal destino de la droga proveniente de América Latina. La compra de esa droga es la principal fuente de financiamiento del crimen organizado. De Estados Unidos llega la mayoría de las armas para el crimen organizado y en Estados Unidos funciona la cadena final del narcotráfico.

No es suficiente que el Congreso norteamericano apruebe millonarios recursos para apoyar la guerra contra el narcotráfico en México; es indispensable que dentro de su propio país implementen un nuevo marco legal para quitarles el mercado a los narcotraficantes. Hasta ahora ningún adicto o consumidor "social" de droga en Estados Unidos ha experimentado escasez alguna, sólo temporales aumentos en los precios como consecuencia de los muertos en México y de los millones gastados teóricamente para que no puedan comprar su vicio.

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