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Luis Pazos

La modernización política mexicana

México demostró al mundo que con el siglo XX enterró un sistema neo-mercantilista y corporativista que ya no lo deseaba la mayoría de la población. Los mexicanos votaron por la democracia, con sus riesgos implícitos.

La democracia la podemos definir en diferentes formas. Una de ellas es el cambio incruento de gobierno, es decir, la capacidad para cambiar al grupo en el poder sin violencia, sin derramar sangre. México demostró hace un año que había avanzado a esos niveles. Ese cambio, hay que dejarlo claro, no sólo se debió a una sociedad civil cada día más exigente, ni sólo al PAN que triunfó en esas elecciones, sino también a varios priistas, quienes prepararon la transición hacia la democracia.

El 2 de julio del 2000, no tan sólo triunfó el PAN y el Verde Ecologista, también el PRI, el PRD y quienes ven con esperanza la confrontación pacífica de los partidos políticos, las denuncias de los ciudadanos y de los medios de comunicación, en un nuevo entorno democrático.

La democracia apenas empieza, pues no sólo significa elecciones libres sino también una nueva mentalidad democrática, que implica participar y juzgar a las instituciones políticas -partidos, gobierno federal, estatal, municipal, legislativo y judicial- con una mentalidad en que ya no es válido decir que no se puede cambiar nada en el gobierno.

Durante décadas muchos mexicanos se abstuvieron de votar y de intervenir en la política, pues consideraban que era perder el tiempo porque siempre ganaba el mismo partido; ahora ya no tienen esa excusa. Otros no intervenían en política porque decían que todo era corrupción y de nada servía denunciarla; ya esa excusa no existe. Los diversos partidos, con tal de ganar votos, denuncian las irregularidades de los otros, situación que beneficia a la sociedad civil.

Sabemos que en apenas unos meses el actual gobierno de Vicente Fox no puede acabar con las inercias, desequilibrios, corrupciones, intereses corporativistas y clientelistas de 70 años, que todavía tratan de conservar algunos grupos políticos. Pero cada día más mexicanos ven con esperanza que su voto es decisivo para elegir y cambiar gobernantes. Pero sin una mayor participación cotidiana de los ciudadanos y de los medios de comunicación, que vaya más allá de dogmas y de la lucha por el poder, no podemos todavía hablar de una democracia integral.

©AIPE

Luis Pazos es director del Centro de Investigaciones sobre la Libre Empresa.

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