En Vietnam, a mediados del siglo pasado, se desató una cruenta guerra civil entre el Norte y el Sur. Vietnam del Norte estaba en manos de un grupo de guerrilleros que, en nombre del marxismo, combatió por todos los medios al Gobierno de Vietnam del Sur. Más de medio millón de vietnamitas murieron para instaurar políticas marxistas que, teóricamente, reivindicarían a los trabajadores pobres. Una vez llegados al poder pusieron en práctica el "socialismo real" en toda la región, concentrando el poder económico y político en manos de un solo partido. Dos décadas de marxismo no resolvieron los problemas de pobreza y atraso, sino que los empeoraron.
Vietnam empezó a progresar sólo cuando dejó a un lado las políticas marxistas y puso en práctica principios económicos que antes tachaban de capitalistas. A los marxistas vietnamitas sólo les queda decir a los familiares de tantos muertos y a las generaciones que vivieron en la miseria: "¡perdón, nos equivocamos!".
En China sucedió algo parecido. China ha progresado en las dos últimas décadas gracias a que desechó los principios y políticas marxistas, adoptando más bien esquemas que antes condenaba como imperialistas. Los millones de chinos que padecieron hambre y miseria durante más de 40 años de políticas maoístas sólo pueden escuchar de los marxistas "¡perdón, nos equivocamos!".
En Cuba, durante casi medio siglo se han practicado principios marxistas que, entre otras cosas, prohibieron toda iniciativa privada. Las políticas del capitalismo de Estado no resolvieron ningún problema social sino que los empeoraron. Cuando muera Fidel Castro sólo les quedará a los viejos marxistas decir a generaciones de cubanos que emigraron y a los que han vivido en la miseria en Cuba: ¡perdón, nos equivocamos!