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Maite Nolla

El Rey se encomienda a Juliana

Sólo Fernando Ónega y Luis María Ansón piensan aún que el pujolismo o que Duran i Lleida han aportado otra cosa a la gobernabilidad de España.

Sólo Fernando Ónega y Luis María Ansón piensan aún que el pujolismo o que Duran i Lleida han aportado otra cosa a la gobernabilidad de España.

Para justificar el repentino levantamiento de velos y cuentas corrientes en Suiza, el periodismo nacionalista moderado elaboró una teoría según la cual el ataque a la Casa del Rey y a los nacionalistas catalanes a costa de sus corrupciones varias era, realmente, un ataque al "sistema". Según los autores de la entrañable portada del "Cataluña dice basta", el destape de la corrupción real y de la corrupción convergente pretendía instaurar un nuevo orden con Aznar de presidente de la República. Para ello era necesario el desprestigio previo de los dos grandes pilares en los que se ha sustentado nuestra convivencia democrática: el Rey y CiU.

Como sucedió con la farsa iniciada desde el día 11 de septiembre de 2012, el argumento resulta, digamos, insostenible. No existen conjuras ni debates. Más allá de algún ajuste de cuentas –merecidísimo– y de los que pensaron que iban a forrarse con las ventas del libro Yo metí en el trullo a Urdangarín, no creo que exista algo parecido a un movimiento republicano de derechas, ni de izquierdas, ni de medio centro. Por otra parte, tampoco hay que exagerar con las contribuciones de unos y otros a la convivencia y a la estabilidad. Reconociendo la gran labor que la Casa Real ha tenido en apoyo del deporte español, sólo Fernando Ónega y Luis María Ansón piensan aún que el pujolismo o que Duran i Lleida han aportado otra cosa a la gobernabilidad de España que no sea la permanente deslealtad y la eterna doblez. Pero como forma de autoprotección, el columnismo nacionalista quiso chupar rueda de la Casa Real e imaginar conspiraciones, igual que había imaginado independentistas donde no los había.

Sucede que la tercera pata de la teoría tampoco resulta muy acorde con la realidad. Pese a que pueda parecer otra cosa, como ya se ha dicho millones de veces, la verdad es que en España la corrupción ni da ni quita votos. Vaya, que Artur Mas dejó a doce diputados en el paro por inútil, no por las portadas de El Mundo. Ya sé que algunos tienen una opinión inmejorable de sí mismos, pero seguramente si aún piensan que tuvieron una influencia decisiva en el resultado de las elecciones catalanas es porque no leen la edición que de su propio periódico se publica en Cataluña. Mucha coña marinera con el "Gara de Godó", pero algunos deberían saber que con frecuencia comparten columna con las CUP, para las que Otegi pide el voto. Y que mientras la familia Pujol era retratada en portada, en páginas interiores se les pedía perdón. Es el problema de tener carguitos a costa de alcaldes convergentes. Y no sigo que me voy del tema.

Con el debido respeto, pero con la de abogados que somos, el Rey ha tenido que escoger a Miquel Roca para defender a su hija. A lo mejor es parte de una jugada maestra en la que, por el mismo precio, se refuerzan los lazos entre los pilares básicos de nuestra democracia, se pone freno al supuesto jaque, se recomponen las relaciones que los chicos del partido de Miquel Roca han roto y, de paso, le dan el portazo a Mas. O igual es verdad eso de que lo ha escogido por ser su amigo y estamos aquí todos elucubrando. Pero si lo que se quería evitar es que se mezcle a la Infanta con los hijos de Pujol y con otras corrupciones de tres al cuarto, no ha podido meter más la real pata. Los de la excusa barata ya tienen su carta de naturaleza...real. 

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