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Mañanita Ochoa

Corrupción y política

La corrupción y la política tienen mucho en común. Las dos palabras denotan que se puede intercambiar un favor directa o indirectamente por una cuantía monetario. El que lo otorga está dispuesto a ignorar la ética, el buen juicio y el bien común, por facilitarle el camino turbio a su "cliente". La comunión entre corrupción y política no es automática. El fraude, la corrupción y el clientelismo se desarrollan como un animal cualquiera, poco a poco y se fortalece y nutre con la práctica y el tiempo.

Cuesta mucho (o poco, según como lo midamos) para una persona o un país corromperse totalmente, quizás 20 años. La corrupción y el cinismo político llevan a una anarquía destructiva que siempre termina mal. Las anarquías destructivas son como huracanes o tsunamis: arrasan con todo lo que se encuentran en el camino y dejan una devastación desoladora a su paso. Al final, los que quedan vivos y saben volver a empezar desde los escombros, pueden emprender el camino al progreso.

Si observamos países, compañías, familias y personas, podemos ver si la corrupción y la política están en su proceso acumulativo de destrucción o si, por lo contrario, se encuentran un proceso de construcción y evolución. En las Américas, a pesar de los tropiezos, hay un buen número de países en reconstrucción: Canadá, Estados Unidos, México, Costa Rica, República Dominicana, Panamá, Colombia, Brasil, Perú, Uruguay y Chile (para nombrar algunos). En esos países, los gobiernos, comunidades y personas están haciendo esfuerzos diarios para hacer lo correcto, promover el mérito, construir instituciones, crear equilibrios de poder, fortalecer las libertades individuales, castigar el crimen, promover la responsabilidad y desarmar el autoritarismo y a la corrupción desbocada.

En regímenes autoritarios y corruptos, pocos viven de su propio salario. En Cuba, por ejemplo, el sueldo universal es de 19 dólares al mes. Nadie puede vivir con eso. El que quiere sobrevivir en ese medio tiene que venderse en el mercado negro. La prostitución es universal, se vive de las propinas y de servicios que en realidad no queremos realizar. El intelecto, el cuerpo, las emociones y el espíritu se ven forzados a vivir vidas paralelas. Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua van por ese camino de desdoblamiento y fragmentación humana que se ha observado en Cuba por 50 años. La vida es una sola y vale la pena vivirla en una forma integrada, en la que el cuerpo, espíritu, intelecto y emociones se impulsen el uno al otro para lograr el máximo desarrollo como seres humanos. Así dejamos un legado sobre el que pueden seguir construyendo el futuro nuestros hijos. Las vidas desdobladas dejan plataformas débiles y podridas que se caen ante cualquier confrontación individual y colectiva. Es un destino lamentable y hay que resistir ese desenlace con toda la fuerza y convicción que nos hayan dejado los héroes del pasado y del presente. En donde aparezcan y se manifiesten, en la integridad y la voluntad de hacer el bien, está la única forma de redención y reivindicación individual y colectiva.

Si el mundo está dividido hoy en día, no es entre socialismo y libertad de mercados, o autoritarismo y democracia. El mundo está dividido entre países donde impera la corrupción, que los destina al fracaso, y donde se lucha exitosamente por la ley, el orden, la honestidad y la ética, que los destina al desarrollo.

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