Menú
Manuel Ayau

La izquierda no estudia Economía

Es un misterio cómo la izquierda no se ha ilustrado de que nadie, jamás, en ninguna parte, ha explicado cómo funcionaría una sociedad sin mercado, es decir, sin que predomine la propiedad privada de los medios de producción y el libre intercambio.

Digo "que predomine" porque tampoco ha existido un país sin algún grado de intervención económica. Los países en los que el gobierno ha limitado y restringido en mayor grado el derecho de propiedad, derecho que obviamente es sinónimo de libre disposición de lo propio (mercado), son cabalmente los países más pobres y, en cambio, donde más se ha respetado ese derecho y esa libertad son los que han reducido más la pobreza. Pero muchos siguen creyendo que el tema es ideológico y que el progreso es automático, sin importar cuál sistema predomina, impulsado metafísicamente por las "fuerzas productivas naturales" de Marx. El ejemplo de la unión Soviética fue el ejemplo más dramático de la economía planificada, es decir, no libre.

La razón por la cual la economía dirigida (planificada) no puede funcionar es objeto de grandes debates desde los años 30 del siglo pasado. El economista socialista Oskar Lange sugirió hacer una estatua a Ludwig von Mises por haber hecho notar ese "pequeño detalle" de por qué la planificación económica era imposible sin precios de mercado, y para tener precios de mercado habría que excluir la planificación estatal de la economía. Menudo problema el que tienen los socialistas. No habían pensado en cómo se hace la riqueza, sino simplemente en que su distribución sería mas pareja.

Pero la eliminación de la pobreza consiste en aumentar y no en disminuir la riqueza de toda la gente. Quiere esto decir que el precio de lo que producimos tendrá que ser mayor que el precio de todos los recursos que transformamos (destruimos) para fabricar el producto. Ese proceso requiere comparar precios, es decir, un análisis de costo-beneficio, un cálculo económico. Lo anterior es elemental, pues de lo contrario, nos empobrecemos (como suele ocurrir en América Latina) sin saber por qué al final del día tenemos menos que al inicio. Donde surge el problema es que los precios no son arbitrarios sino que resultan de intercambios de propiedad privada, de la oferta y la demanda de las cosas, cada quién buscando su propio beneficio.

Las transacciones de mercado (es decir, libres) ocurren porque ambas partes salen beneficiadas. ¿Cómo es posible? Lo que la gente vende lo valora en su costo de oportunidad y lo compara con el precio de mercado. Vende sólo cuando el precio es mayor que el valor que para ellos tiene. La diferencia es ganancia. El que compra, lo hace sólo cuando el precio es menor que el costo de oportunidad de su dinero. La diferencia es ganancia. El precio lo fija el mercado, pero el valor lo fija cada quién.

Son las discrepancias en costo de oportunidad y valorización lo que da lugar a la constante puja que es el mercado, y el conjunto de esas transacciones da el precio de mercado. Es con el mecanismo de los precios que la sociedad asigna los recursos hacia los usos más urgentes y descarta los menos importantes. Este proceso ocurre porque los escasos bienes y los medios para producirlos son privados. De lo contrario no hay manera de saber cuál es el costo de oportunidad de la sociedad, ni cómo establecer prioridades racionalmente. No se trata simplemente de alimentar información a computadoras porque la información pertinente simplemente no existe sin propiedad privada. Ese es el problema que los socialistas jamás han resuelto.

Manuel F. Ayau Cordón es ingeniero y empresario guatemalteco, fundador de la Universidad Francisco Marroquín y antiguo presidente de la Sociedad Mont Pelerin

© AIPE

En Libre Mercado

    0
    comentarios