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Manuel Ayau

¿Por qué tanta pobreza?

Lamentablemente, hay quienes consideran saber mejor lo que en realidad conviene a los demás. Estos iluminados no confían en la gente y, consecuentemente, creen que si se deja a la gente en libertad, se harán daño o lo harán mal.

Sorprende que, teniendo al alcance todos los conocimientos de que dispone el mundo moderno, siga habiendo tantos países pobres. Se comprende que en épocas pasadas la gente no tuviera luz eléctrica, medicinas eficaces, aparatos electrónicos, etc. porque no existían. Pero hoy en día, cuando hasta los "técnicos" abundan, ¿a qué se debe que tantos latinoamericanos sigan siendo tan pobres?

Sucede frecuentemente que la respuesta a un problema por ser obvia pasa desapercibida y, otras veces, la respuesta es tan simple que no merece crédito y se descarta sin pensarlo. ¿Acaso es mucho pedir reconocer que la ausencia de progreso se debe a que, en el afán de lograrlo, más bien se impide? Si así es, la solución es obvia: dejar de bloquear e impedir el progreso.

Entonces, para determinar si se frena el progreso y la prosperidad, hagamos un ejercicio mental. Supongamos que respetamos un principio rector: todos pueden hacer lo que quieran, con la única condición de que no usen la fuerza ni el engaño, que cumplan sus promesas y respeten lo ajeno. Sin duda, eso liberaría a todos a buscar su propio bienestar a través de una pacífica cooperación con los demás, ya que no quedaría otra alternativa y todos buscarían intercambiar con quienes más les beneficia; así todos, sin excepción, por interés propio estarían compitiendo en enriquecer a los demás, apelando a los intereses de los demás. El fin de cada uno, desde luego, sería el interés propio, pero todos tendrían claro que el único medio para merecer el enriquecedor aporte de los demás es a la vez poder satisfacer los deseos de otros. ¿Se puede acaso imaginar otro sistema que incentive a todos a trabajar para el bienestar ajeno con el incentivo de beneficiarse a sí mismo?

Todos estarían intentando economizar recursos y tiempo, pues los costos serían por cuenta propia. Todos estarían usando su ingenio e iniciativa para ser ellos quienes resultan directamente beneficiados del esfuerzo de los demás. Puntualidad, diligencia, honradez y responsabilidad personal serían cualidades que todos desearían tener para poder beneficiarse de la confianza de los demás.

Ese "sueño" está a nuestro alcance y es fácil lograrlo, pues lo único que hay que hacer es no impedirlo. Es el sistema natural que ni siquiera es necesario comprender. Solamente sabríamos que se minimiza la probabilidad de que algo malo suceda y se maximiza la posibilidad de buenos resultados en nuestro mundo imperfecto.

Si se trata de algo tan obvio y tan simple, ¿qué lo impide? "La pretensión del conocimiento", nos dijo el economista Friedrich Hayek, quien en su artículo con ese título escribió: "Lamentablemente, hay quienes consideran saber mejor lo que en realidad conviene a los demás. Estos iluminados no confían en la gente y, consecuentemente, creen que si se deja a la gente en libertad, se harán daño o lo harán mal. Los iluminados se sienten que están en posiciones de poder porque son los llamados a salvar a la gente de sí misma. Entonces proceden a utilizar el poder coercitivo del Estado para regular, dirigir y encausar las actividades de todos los demás. Los mecanismos que emplean necesariamente son coercitivos, planificando y dirigiendo la economía a su leal saber y entender. Así nace la economía dirigida, el socialismo, el mercantilismo, el comunismo, el fascismo y todos los demás ‘ismos’ que niegan a las personas su libertad ‘por el bien del pueblo’".

Esa es la razón por la que todavía hay pobres en el mundo. Los "iluminados", con su mentalidad primitiva, determinan el quehacer de los demás. No hay ningún misterio. La única salida es que, por el bien de los pobres, por el bien de la humanidad, los iluminados con humildad se aparten y respeten los resultados de las decisiones que libremente la gente toma y que los gobiernos se dediquen a proteger los derechos de todas las personas.

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