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Manuel Ayau

Responsabilidad empresarial

La responsabilidad social de una empresa en una economía de personas libres es la de obtener beneficios para sus dueños, para lo cual debe competir con otros en beneficiar con sus productos y servicios a los demás miembros de la sociedad.

En las discusiones sobre responsabilidad social se escuchan apreciaciones que no corresponden a la realidad, como atribuirle características propias de un ser humano a las empresas, como la de pensar, tener alma, conciencia y compasión.

Esto quizá resulta del acostumbrado uso del término "personalidad jurídica", término legal empleado para poder asignarle determinados derechos y obligaciones a la entidad jurídica, "sociedad mercantil", que no son otra cosa más que arreglos contractuales entre varias personas individuales para llevar a cabo actividades determinadas, que por su envergadura conviene hacer uniendo esfuerzos.

Pero los socios de una empresa que produce y vende algún producto o servicio no necesariamente comparten otros intereses, sean estos materiales, sublimes, religiosos, deportivos, culturales o caritativos. Y, obviamente, el participar en una empresa no excluye que las personas que se han asociado participen en alguna otra entidad sin fines de lucro para precisamente hacer caridad y cumplir con las responsabilidades sociales propias de un buen ciudadano.

La responsabilidad social corresponde a los socios como personas individuales, miembros de su comunidad. Los ejecutivos de una empresa son empleados de los dueños y han sido contratados para utilizar los recursos de los socios en obtener beneficios produciendo lo que los socios han escogido producir como condición para participar, respetando las normas de buena conducta social, laboral, ambiental, etc. Pero su responsabilidad no es la de disponer de los recursos de los dueños para resolver problemas ajenos al motivo por el cual se invirtieron sus recursos.

Hacer caridad implica el uso de recursos propios y no de recursos ajenos obtenidos sin el consentimiento de su propietario. Robin Hood fue un ladrón que escogía a quién robaba y quién era el objeto de sus favores. Tampoco se puede hacer un símil justificando que Robin Hood sólo robaba principalmente a gobernantes ladrones y que "ladrón que roba a ladrón, tiene cien años de perdón", implicando que las ganancias de las empresas no son legítimamente merecidas.

Las ganancias empresariales no empobrecen a nadie, salvo cuando son producto de algún privilegio otorgado por el gobierno. Quienes más se benefician de los intercambios son los consumidores, pues la suma de la poco apreciada y hasta desconocida "ganancia del comprador" generalmente supera, por mucho, la de los empresarios. Al final de cuentas, el 95% del ingreso de las ventas es para reponer los costos de producción, de los cuales los sueldos y salarios suelen ser la mayor parte si tomamos en cuenta los salarios que pagaron todos los que contribuyeron al producto, es decir, los proveedores de materias primas, servicios, etc. Las empresas generalmente ganan un porcentaje muy pequeño sobre ventas, aunque ganen bastante sobre su capital invertido.

En una economía de mercado, las utilidades solamente se pueden obtener dependiendo del grado en que se beneficia a los demás, a la sociedad, de acuerdo con las prioridades de los consumidores, sus gustos y su poder adquisitivo. La función social y económica del empresario consiste en atinar –mejor que sus competidores– en prever aquellas necesidades de todos los demás miembros de la sociedad, en su calidad de consumidores. La responsabilidad social de una empresa en una economía de personas libres es la de obtener beneficios para sus dueños, para lo cual debe competir con otros en beneficiar con sus productos y servicios a los demás miembros de la sociedad.

En Libre Mercado

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