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Manuel Pastor

Salvar al candidato Ryan

Es vital salvar al candidato Ryan, como ha sido inmediatamente percibido por el Tea Party y el electorado liberal-conservador e independiente.

Es vital salvar al candidato Ryan, como ha sido inmediatamente percibido por el Tea Party y el electorado liberal-conservador e independiente.

He leído en The Wall Street Journal (14 de agosto) que Colorado es el estado con más bajo porcentaje de obesos (21%) de EEUU, país que alguien con mala uva ha calificado de "Obese Nation". No me extraña que Colorado tenga tan saludable récord. Acabo de regresar de unas vacaciones allí (en Estes Park, Rocky Mountain), donde he practicado a diario hiking, que es lo más recomendable y natural contra la obesidad. Allí fue donde me enteré de la designación de Paul Ryan como candidato republicano a la vicepresidencia. Fue un alivio comprobar que Mitt Romney había elegido al flaco y brillante Ryan, y no al gordo Christie o al mediocre Pawlenty.

Estoy convencido de que la incorporación de Ryan a la candidatura de Romney supone un cambio cualitativo en esta campaña presidencial.

Paul Ryan es un discípulo de Weber. No del famoso mandarín europeo de la Sociología, Max Weber, quien pensaba que el destino de América era europeizarse y derivó finalmente hacia la socialdemocracia (Obama, con su filoeuropeísmo, avanza hacia el socialismo en la república estadounidense), sino de un político de Minnesota menos conocido por los europeos, Vin Weber, quien, con otros representantes del conservadurismo americano, y frente al estatismo económico promovido por las socialdemocracias europeas, cuyas desastrosas consecuencias padecemos hoy en todo el Viejo Continente, ha defendido el excepcionalismo americano, que por vez primera identificara Alexis de Tocqueville. Vin Weber reclutó al joven Ryan como ayudante en el Congreso, y posteriormente –principios de los 90– lo cooptó para el selecto seminario Empower America, cuyo objetivo era mantener vivo el ideario de la revolución reaganiana.

Los intelectuales fundadores del EA eran, además del congresista Weber, William Bennett (filósofo y experto en educación), Jeanne Kirkpatrick (politóloga y experta en relaciones internacionales) y Jack Kemp (congresista y experto en economía liberal). Este último ejercerá una influencia profunda en el pensamiento económico de Ryan y será su principal mentor político (v. Robert Costa, "Paul Ryan’s Mentor", National Review, 15 de agosto).

Desde 1998, Paul Ryan ha triunfado en siete elecciones consecutivas como representante en el Congreso por el primer distrito de Wisconsin; la última vez en 2008, con el 68 por ciento de los votos. El suyo es, por cierto, un distrito que ha votado para la presidencia a Clinton, Gore, Kerry y Obama. Pero las cosas están cambiando en este estado tradicionalmente progresista y demócrata, gracias precisamente a una nueva generación de políticos liberal-conservadores como el propio Ryan (y el gobernador Scott Walker, y el presidente nacional del Partido Republicano, Reince Priebus).

Después de las poco edificantes primarias republicanas, en las que el establishment laminó a los candidatos más conservadores (Bachmann, Perry, Santorum y Gingrich, a mi juicio el más cualificado intelectualmente), es una buena noticia que Ryan haya sido promovido a la candidatura del GOP, ya que es un político de ideas serias capaz de enfrentarse a la demagogia de la izquierda obamita. Prueba de ello es la reacción inmediata, desesperada, vulgar y mendaz del aparato de propaganda del Partido Demócrata, enfangando esta campaña hasta niveles nunca alcanzados en la historia de la democracia americana.

Es, por tanto, vital salvar al candidato Ryan, como ha sido inmediatamente percibido por el Tea Party y el electorado liberal-conservador e independiente. Es importante asimismo que el Partido Republicano escenifique adecuadamente su convención, que arranca el próximo día 27 en Tampa, Florida. Ya sabemos que el gobernador Chris Christie y el senador Marco Rubio van a desempeñar un papel destacado, pero sería una lástima que se ninguneara a personalidades como Newt Gingrich y Sarah Palin y se diera demasiado protagonismo al zascandil de John McCain (¡con ese apellido tan gafe!), que en las últimas semanas ha metido mucho la pata con Michele Bachmann y otros congresistas republicanos preocupados por la seguridad nacional invocando improcedente e indecentemente el fantasma del macartismo, con el consiguiente regocijo de las izquierdas.

Paul Ryan es el presidente de la Comisión del Presupuesto desde 2008, donde ha encabezado la batalla contra el astronómico déficit y el crecimiento monstruoso del Gobierno federal. Si los demócratas reprochaban a Romney su tibieza y escasez de ideas, con Ryan van a tener que enfrentarse a una claridad y una coherencia lógica aplastantes. Sus planes sobre la reforma del Medicare y el rechazo del Obamacare han recibido el aval de los analistas políticos y económicos más agudos: Charles Krauthammer, Britt Hume, Bill O’Reilly, Sean Hannity, Greta Van Susteren, Karl Rove, The Wall Street Journal, National Review, Human Events... y Robert J. Barro, de quien son las siguientes líneas (v. "Ryan and the Fundamental Economic Debate", The Wall Street Journal, 15 de agosto):

Con la inclusión en el ticket presidencial republicano del pensador conservador y experto en presupuesto Paul Ryan, espero que el diálogo económico sea más serio. Y quizás añada sustancia, más allá de la importante cuestión de la reforma fiscal, al permanente y crucial debate socialismo versus capitalismo.

Como recordaba estos días otro de sus maestros, el filósofo William Bennett, Paul Ryan, gran conocedor y admirador del pensamiento económico de Adam Smith, sabe perfectamente que el famoso autor de La riqueza de las naciones (1776) era profesor de Filosofía Moral, y que la economía está condicionada por la riqueza moral (lo que hoy algunos economistas llaman "capital intangible") y otros problemas más trascendentales. Ryan es católico practicante, un factor cristiano quizás compensatorio (alguien ha vaticinado que estas elecciones serán las del voto católico) al wimp factor del mormón Romney, aunque hay que reconocer el riesgo que supone que por primera vez en la historia de esta nación no haya un candidato protestante en el ticket. Al inicio de las primarias el teólogo luterano Mark Cares hacía una observación que seguramente comparte la mayor parte de los protestantes y de los católicos de este país: "Aunque los mormones pueden ser las personas más buenas (nicest) que conocemos... teológicamente no hay nada bueno (nice) en el mormonismo". De la misma forma que Ryan ha sido el guardián de la disciplina presupuestaria en el Legislativo, quizás pueda ser también un garante de la cultura y los valores tradicionales en el Ejecutivo.

Manuel Pastor, director del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Complutense y presidente del Instituto de Investigación Conde de Floridablanca.

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