En Vietnam, desde Ho Chi Min (antes Saigón) en el sur hasta la capital Hanoi en el norte, se vive una enorme apertura y crecimiento, donde se está reproduciendo una drástica reducción de la pobreza gracias a aceleradas tasas de crecimiento y acertadas políticas públicas.
Vietnam ha crecido a un promedio de 6% en los últimos cinco años y el gobierno anticipa para el año 2004 una tasa de crecimiento de 7 a 7,5%. Este país ha logrado en la última década sorprender incluso a los más optimistas. Desde fines de los años 80, Vietnam ha tenido éxito no sólo en crecer sino en reducir la pobreza y mejorar los indicadores de salud y alfabetización.
El país fue reunificado en 1976, después de terminada la guerra que puso punto final a una historia milenaria de permanentes luchas con China, con Francia a lo largo de un siglo y con Estados Unidos durante casi dos décadas.
Su nombre es aún República Socialista de Vietnam, pero nada hay en la economía que indique una orientación Marxista-Leninista. Mas bien, desde inicios de los años 90, demostrando un enorme pragmatismo, el inglés se ha impuesto y ahora las academias trabajan a plena capacidad para formar y capacitar a estudiantes que van a obtener postgrados en el exterior.
El segundo gran cambio es la enseñanza de la economía; los textos marxistas fueron reemplazados por los avanzados textos de economía que se utilizan en universidades norteamericanas. Como rezagos del socialismo aún hay problemas de propiedad y dificultades para adquirir terrenos. Además falta avanzar en las condiciones para contratación de empleados y la política tributaria.
Pero los empresarios reconocen que las modificaciones a la inversión han impulsado enormemente a la industria. Con la aprobación de la Ley Empresarial en el 2000, se han realizado inversiones privadas por unos 9.500 millones de dólares, creando dos millones de empleos.
Los componentes básicos de las políticas para impulsar los negocios son los derechos de propiedad de inmuebles y las medidas de protección y garantía al crédito. Todas las medidas dictadas para acelerar el desarrollo de empresas tienen que ver con estos dos componentes.
Esto parece darle la razón al economista peruano Hernando de Soto, quien sostiene que garantizar la propiedad es una de las bases del desarrollo capitalista. La ventaja del actual ambiente de negocios es que todo viene ocurriendo en forma sincronizada: vemos que hay mejoras en la legislación, importantes flujos de inversión interna y extranjera, considerable ayuda exterior para construir infraestructura, una población educada, apoyo para estudios en el extranjero y demás avances que mejoran las perspectivas de los inversionistas.
El gobierno guía sus políticas en la “Estrategia para el desarrollo socio económico 2010” y el “Plan Quinquenal 2005”, ambos con el propósito de convertir a Vietnam en un país moderno e industrializado para el 2020. Esos planes se basan en la atracción de inversión extranjera, el despegue y rápida modernización y la coordinación con las redes de producción del sudeste de Asia.
La concesión al pasado es cuando afirman que “el desarrollo debe ser orientado al socialismo”, aunque parte del plan consiste en el equilibrio de la balanza de pagos, reducir la inflación y los niveles de deudas a niveles mínimos, a la vez que conservar un estable nivel de reservas.
Vietnam tiene una cultura confuciana que privilegia la educación y la meritocracia, acompañada de una gran ética laboral, lo cual es una ventaja para elevar la productividad y competitividad. El profesor Kenichi Ohno, de la Universidad de Políticas Públicas de Tokio, mantiene que el país puede convertirse en el principal productor de procesamiento de alimentos, ensamblaje de productos electrónicos, calzado, textiles, muebles y platería porque son campos que China va a dejar a países menos desarrollados y que Vietnam puede explotar por la flexibilidad y habilidad de su mano de obra.
Por su parte, Martín Rama, el economista uruguayo, jefe del Banco Mundial en Vietnam, dice que estamos ante una clara experiencia de éxito en crecimiento y reducción de pobreza.
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Marco Kamiya es Consultor internacional de proyectos de desarrollo. Estudió desarrollo internacional en la Universidad de Harvard y es investigador de la Universidad de Waseda en Tokio.