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María Clara Ospina

La Comisión de Derechos Humanos es una farsa

Esto es evidente en el caso de Colombia, cuyo gobierno es permanente hostigado por algunas ONG de izquierda, las cuales, sin embargo, jamás condenan las atrocidades que cometen las narco-guerrillas contra la población civil.

¿Qué tienen en común Cuba, Sudán, Zimbabwe y Myanmar? Estos países han sido violadores de los derechos humanos, no en algunos pocos o pequeños casos ocasionales, sino de manera abierta, continua y descarada.

En Sudán, con la tacita colaboración del gobierno, las milicias Janjaweed han matando a más de 200.000 personas. En un desesperado intento de huir de tal atroz genocidio, dos millones de desplazados tratan de encontrar resguardo en campamentos en las fronteras y en los países vecinos, donde son despreciados y viven en la miseria. En Cuba, la represión ya lleva más de cuatro décadas y las cárceles aún están llenas de prisioneros políticos, los cuales son permanentemente maltratados y humillados. En Zimbabwe, Mugabe ha gobernado durante 29 años bajo un régimen de terror. Es tal la crisis que, en este momento, ese país, tiene la más baja expectativa de vida: 38 años. Sin embargo, estos países y otros violadores de los derechos humanos, como China o Irán, forman parte de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Desde ella, manipulan y bloquean cualquier voto en su contra. Dicha Comisión, creada en 1946 y de cuyo seno salió la Declaración Universal de Derechos Humanos, se ha convertido en una farsa.

Para que un país pertenezca a la Comisión se debería requerir que tenga un récord limpio de respeto por la vida, propiedades, ideas y libre albedrío de sus ciudadanos, plenamente comprobado y aceptado al menos por tres cuartas partes de los países pertenecientes a la ONU. Algo de esto se logró con la reciente modificación de los reglamentos de la organización. Aunque un país aún podrá ser admitido como miembro por una simple mayoría, éste puede ser sancionado si dos terceras partes de los miembros votan así.

¿Podrá funcionar esta Comisión mejor que la anterior? Quedan muchas dudas. La defensa de los derechos humanos se ha politizado de una manera peligrosa. Cada vez más ONG, pertenecientes a grupos de extrema izquierda o derecha, pretenden ignorar lo que hacen los gobiernos u organismos que acogen a sus ideas políticas. Esto es evidente en el caso de Colombia, cuyo gobierno es permanente hostigado por algunas ONG de izquierda, las cuales, sin embargo, jamás condenan las atrocidades que cometen las narco-guerrillas contra la población civil.

Lo ocurrido en algunas cárceles controladas por los Estados Unidos en Irak y las recientes protestas de franceses de origen árabe que sienten que sus derechos son pisoteados por una sociedad que los desprecia o ignora, ha hecho que estas dos naciones, importantes defensoras de los derechos básicos del hombre, hayan perdido credibilidad y liderazgo en esta área.

No creo que exista un país en el mundo donde, en algún momento, no se hayan violado los derechos básicos de sus ciudadanos. Sin embargo, sí se debe reconocer que hay naciones que se han destacado en la defensa de los derechos humanos y que tienen un récord importante en este sentido. Es allí donde está la diferencia.

Quedo a espera de la reunión, en mayo, de la nueva Comisión de la ONU. ¿Será esta más eficiente o continuará siendo sólo una pantomima?

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