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María Clara Ospina

Un loco suelto

Cínicamente, Chávez le ha declarado la guerra verbal a Washington, cosa que esta muy de moda. Vocifera a cuatro vientos su enemistad con el "Imperio", pese a ser Estados Unidos el socio de negocios número uno de Venezuela.

Hugo Chávez habla y actúa cada vez más como un "loco suelto". Insulta a diestra y siniestra a cuanto gobernante no está de acuerdo con él. No le importa utilizar en sus diatribas un vocabulario ordinario y soez, más apropiado para un estibador beodo que para el presidente de una nación. Se refiere a líderes de otros países como burros, borrachos, ignorantes, terroristas, lacayos, vendidos, bígamos...; en fin, cualquier ofensa es buena contra aquellos que no le rinden pleitesía a su posición o se muestran amigos de Estados Unidos.

Todos estamos cansados de sus exabruptos continuos, cada vez más comunes y más extremos. Hastiado con su grosería y sus interferencias, el gobierno del Perú retiró su embajador en Caracas como protesta a los insultos proferidos contra Alan García, candidato a la presidencia, a quien llamó "corrupto y ladrón de siete suelas" y contra el presidente Alejandro Toledo, de quien dijo era un "caimán del mismo pozo".

Con estos insultos Chávez pretende ayudar a su amigo, el candidato Ollanta Humala, a ganar en la segunda vuelta electoral que se avecina. Para el presidente venezolano es indispensable el triunfo de Humala en el Perú; así acrecienta el grupo de gobiernos de corte extremo-populista de izquierda semejantes al suyo. De salir elegido este candidato, de dudosa capacidad para gobernar, formará parte del tinglado de marionetas ya conformado por Fidel Castro y Evo Morales cuyo director es Chávez, quien los controla con ofertas de ayudas económicas y preferencias comerciales. Ayudas económicas provenientes de los cofres venezolanos repletos de petrodólares, los cuales serían mejor empleados en reducir la pobreza que agobia a sus propios ciudadanos y no en comprar popularidad en la región para acrecentar la imagen del ególatra Chávez.

Cínicamente, Chávez le ha declarado la guerra verbal a Washington, cosa que esta muy de moda. Vocifera a cuatro vientos su enemistad con el "Imperio", pese a ser Estados Unidos el socio de negocios número uno de Venezuela. Esto prueba que Chávez no solo es vulgar y fantoche, sino también hipócrita. Por un lado insulta y amenaza a todos los que pretenden hacer negocios con Estados Unidos y, por el otro, le vende a ese país todo el petróleo que puede.

Lamentablemente, tal vocabulario le ha dado a Chávez un resultado fenomenal. No hay día en que no encabece los titulares de la prensa latinoamericana, la cual ansiosa de encontrar noticias le publica en grandes titulares cuanta palabrota o insulto suelta.

Ojalá los líderes de la región no se contagien de su estilo. Ya se nota un ambiente de represalia y se oyen insultos de respuesta. Este lenguaje tiene muchos y grandes peligros; lo que al principio son solo palabras puede convertirse, en cualquier momento, en algo mucho más grave. Que triste ver la unidad americana con la que Bolívar soñó pisoteada por este "loco suelto".

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