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Mario Martínez-Galdámez

Una patología cada vez más frecuente

Es fundamental concienciar a la población y ayudarle a reconocer esta patología, ya que el traslado urgente del paciente en las primeras horas puede suponer que su tratamiento sea factible y las secuelas sean mínimas

El ictus o isquemia cerebral permanente, es una patología frecuente en nuestro entorno hospitalario que el público general está empezando a conocer, fundamentalmente, debido a la difusión por parte de los medios de comunicación de casos de personajes públicos que han padecido esta enfermedad.

En contra de lo que muchas personas piensan, el ictus no es una "afección de la tercera edad" sino que constituye un evento cardiovascular que no entiende de edades, sexos ni razas.

Al igual que el  resto de eventos cardiovasculares, como los infartos de miocardio, la claudicación intermitente, etcétera, la mejor forma de tratar esta enfermedad es intentar evitar o minimizar su aparición mediante la prevención. La mejor forma para conseguirlo se basa en reducción de los factores de riesgo cardiovasculares como la hipertensión, cifras altas de colesterol, reducir el consumo de alcohol, evitar el consumo de tabaco, evitar el stress y un control estricto del peso corporal.

Además de estas medidas, también es fundamental concienciar a la población y ayudarle a reconocer esta patología, ya que el traslado urgente del paciente en las primeras horas puede suponer que su tratamiento sea factible y las secuelas sean mínimas.

Dado que en la mayoría de los casos el ictus se produce porque un trombo o coágulo tapona una arteria cerebral, en los hospitales tenemos dos tipos de tratamiento: el intravenoso para disolver el trombo y el intraarterial para intentar fraccionar el trombo o retirarlo. En estos casos, la coordinación entre los servicios de urgencias, Neurología y Neurorradiología intervencionista es básica, ya que un trabajo en equipo permite optimizar el tratamiento y, por tanto, acelerar la recuperación del paciente.

Unos hábitos de vida saludables, así como una rápida identificación y tratamiento del ictus permitirán que las secuelas sobre la población sean cada vez menores.

El doctor Martínez-Galdámez es neurorradiólogo intervencionista en la Fundación Jiménez-Díaz, Madrid.

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