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Mark Steyn

El Foley Bergere

Nombre cualquier perversión que seguro que los parlamentarios británicos ya la han practicado: tríos, asfixia auto-erótica, flagelación adolescente homosexual, que te chupen los dedos de los pies mientras llevas el uniforme del Chelsea Football Club...

Soy extranjero, de modo que tardo en coger cómo funcionan las cosas por Estados Unidos. Pero, en cuanto a lo que entiendo después de la semana pasada, los políticos americanos se dividen entre: becarios adolescentes; tíos a los que les ponen los becarios adolescentes; tíos que facilitan las cosas a los tíos a quienes les ponen los becarios adolescentes; tíos que dedican tiempo y esfuerzos poco corrientes en atrapar a los tíos a quienes les ponen los becarios adolescentes; tíos que se avergüenzan a causa de los tíos que les acusan de no haber dedicado tiempo y esfuerzos suficientes a encerrar a los tíos a quienes les ponen los becarios adolescentes y que, presa del pánico, celebran conferencias de prensa donde anuncian lo siguiente:

En calidad de portavoz, me responsabilizo de todo el entramado. Asumo lo que haya que asumir... Es el motivo por el que ordené a la secretaria de la Cámara que estableciera una línea de emergencia para aportar cualquier información referente a los becarios o al programa de becarios. Desde esta mañana, la secretaria de la Cámara ha activado la línea... La línea del programa de becarios es 866-348-0481.

(Y si la secretaria no está, la puede localizar con un becario.)

J. Dennis Hastert se puso en pie e hizo realmente ese anuncio. Y, por supuesto, los demócratas inmediatamente denunciaron al destacado Líder de pedófilos y gays de la Cámara por la penosa impotencia de su línea de información para becarios: oh, vale, ahora quiere montar 1-800-BECARIO-GAY e invitar a cualquiera con información a registrarse de manera segura en www.acosadoresrepublicanos.com pero, ¿qué hizo antes de? El portavoz Hastert convocó al FBI, la CIA, la DEA y anunció una ley de emergencia para rebautizar la BATF como Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Becarios. Declaró los pantalones de Mark Foley zona de catástrofe federal. Presentó a votación un presupuesto de reconstrucción de 4.000 millones de dólares para el programa de becarios del Congreso e invitó a Dubai Page World a gestionarlo. Y, con cada conferencia de prensa diseñada para sacarle del atolladero, chafaba la conferencia de prensa previa, y el 50% de los americanos que prestan una mínima atención a la política (que, si existe la justicia, rondará ahora el 93%) se sorprendía de ver otra vez a Hastert en las noticias de la noche y pensaría: "de modo que ese es el gay pedófilo, ¿eh? Asqueroso. Tendría que haber una ley contra eso".

Bien, la hay. Muchas, en realidad. Y no está claro si se violó alguna de ellas. Una buena regla a observar es que no importa lo tremendo que sea el escándalo, la respuesta de la clase política siempre será peor, generalmente histérica y carente de cualquier sentido de la proporción. Pero incluso según esas expectativas mínimas, la semana pasada ha sido indecente para cualquier nación seria. En Londres, los escándalos sexuales saltan semana sí y semana también. Nombre cualquier perversión que seguro que los parlamentarios británicos ya la han practicado: tríos, asfixia auto-erótica, flagelación adolescente homosexual, que te chupen los dedos de los pies mientras llevas el uniforme del Chelsea Football Club... Pero al menos, en Westminster los escándalos sexuales exigen sexo real. Que el partido en el gobierno de la única superpotencia del mundo pueda ser objeto de acoso y derribo por unos tétricos correos electrónicos masturbatorios de un pervertido es un suceso que maravillará a los historiadores. Suponiendo que el Imperio Romano en sus últimos estertores se arruinara definitivamente por el sexo homosexual, la hiperpotencia norteamericana parece ser la primera en venirse abajo a causa del no-sexo homosexual.

Y no, no soy "el típico apologista pedófilo de derechas" que excusa a Foley. Pero, en caso de que nadie lo haya notado, él se ha ido. Dimitió más rápido que lo que se tarda en enviar un correo electrónico. Y, cierto, desde entonces ha realizado el despreciable y habitual numerito de redención anunciando que se meterá en rehabilitación por alcoholismo, etc., cuando la realidad es que sería un hombre mejor si bebiera más y enviara menos mensajes a adolescentes acerca del tamaño de su equipamiento marital. Y sí, tendrá un contrato literario, exactamente igual que el ex gobernador de New Jersey. Pero nadie comprará el libro, y además, ¿qué quieres? Cuando un miembro de la Cámara de los Lords salió del armario después de un escándalo homosexual, se dice que el Rey Jorge V comentó: "Dios santo, pensaba que los tipos como ese se suicidaban". Podría, en la práctica, ser un espectáculo menos ofensivo para un gay encerrarse con un vaso de whisky y un revólver cargado en su estudio que acudir a "Oprah" y aburrir con sus demonios personales, su padre abusador, etc., pero vivimos en tiempos diferentes. Foley es la primera nota a pie de página de la historia que busca ocupar una página entera. De modo que la única pregunta ahora es si existe un tema más importante en el que merezca la pena desperdiciar diez minutos.

Y la respuesta a eso es obvia. Esto fue una trampa para abejas (como solían decir en la Guerra Fría) diseñada para transformar las escuálidas fantasías de una figura periférica en una oportunidad política. Es tan predecible como que las hojas caen de los árboles, excepto en que eso solamente ocurre cada otoño. Aun así, me quito el sombrero ante los medios y el Partido Demócrata. En realidad, siguiendo el espíritu de Bill Clinton, me quito los pantalones ante ellos. Haber transformado al Partido Republicano en la Diócesis Católica de Boston, con el portavoz Haster como Cardenal y el programa de becas como las copiosas filas de monaguillos de siete años en poco más de una semana, es un hito destacable. ¡Qué formidable fuerza serían los demócratas solamente con que la habilidad sin escrúpulos y el engaño trapacero dedicados a esta operación se aplicasen, digamos, a la seguridad nacional!

Pero dudo mucho, a pesar de la destreza con la que las ovejas han sido reunidas y hechas balar, que el número central del Foley Bergere rinda beneficios en noviembre. Hay muchas razones legítimas para que los electores desechen el Congreso Republicano, pero la idea de que son un nido de gente deseosa de facilitarle la vida a los pedófilos homosexuales no es una de ellas. Si Foley se hubiera resistido e intentado mantenerse, sus colegas del Partido Republicano habrían aparecido en todas las televisiones condenando su comportamiento, pidiéndole que dimitiera, expresando furia, etc. Después de un día o dos, puede que unos cuantos izquierdistas hubieran dado discursos atacando a los teócratas sexuales republicanos macartistas que están atormentando a un pobre tipo. Si realmente hubiera tenido sexo con becarios del Congreso, grupos homosexuales indignados habrían señalado que esto era perfectamente legal en las jurisdicciones relevantes y se habrían quejado ferozmente acerca de la vilificación de las relaciones homosexuales. Y los demócratas habrían declarado que debería haber lugar para todos en la mesa americana, especialmente si Foley hubiera hecho el Jim McGreevey y hubiera anunciado que "mi verdad es que soy un americano gay". Un impredecible giro del destino y los respectivos papeles de los partidos podrían haberse invertido por completo. Asumiendo el escándalo, los republicanos siempre interpretan a masoquistas sumisos, pero los demócratas son bi-swingers, felices de atacar al Partido Republicano bien como (a) puritanos estirados, o (b) ayudantes de pedófilos, según lo que convenga. Lo que ha sido consistente en ambas narrativas es la premisa por parte de los demócratas, los medios y la Línea Gay de Becarios del Partido Republicano de que el electorado es tonto. En el sentido de que haya algún "abuso infantil" teniendo lugar aquí, es el del pueblo americano tratado como niños y abusado por la clase político-mediática.

Esta última semana ha sido impropia de una democracia madura. En el mundo en que vivimos Estados Unidos puede sobrevivir siendo el Gran Satán, pero no el Gran Hazmerreír.

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