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Martín Higueras

Alonso derrota a la presión y al engaño

Lo que sucedió el sábado constituye una nueva artimaña del alemán. La sanción de partir desde la última posición es justa aunque una más severa tampoco hubiera estado de más. (...) Pero Ferrari y Schumacher siempre han tenido un trato de favor.

Aunque para los aficionados el nuevo sistema de clasificación da un elemento más de emoción, lo ocurrido este sábado en Mónaco no debería sorprender a nadie. Esto por dos razones. La primera es que se preveía que en este circuito las cosas fueran aún más difíciles para los pilotos, en especial en la tercera y última tanda de clasificación, tal y como lo señalamos en el pasado comentario del GP de España. Cualquiera se hubiera podido salir –como Massa en la primera parte– o sufrir un contratiempo por el tráfico en la complicada curva Loews y así arruinar una vuelta lanzada. Lo otro que no sorprende es que el que haya sido el causante de la polémica sea otra vez Michael Schumacher.
 
El siete veces campeón del mundo ha probado largamente ser uno de los mejores pilotos de la historia. Pero también lo que ha demostrado es ser uno de los más polémicos por maniobras que siempre han traído cola. Lo que sucedió el sábado constituye una nueva artimaña del alemán. La sanción de partir desde la última posición es justa aunque una más severa tampoco hubiera estado de más. Es al menos lo que hubiera ocurrido si el responsable hubiera sido Monteiro, Ide o Sato. Pero Ferrari y Schumacher siempre han tenido un trato de favor. Este particular historial del alemán comenzó en 1994. Primero no respetó una bandera negra –que señala exclusión– en el GP de Inglaterra. Fue descalificado y sancionado con dos carreras de suspensión. En el último GP del año, el de Australia, logró su primer campeonato mundial gracias a una maniobra que perjudicó a Damon Hill cuando éste le adelantaba. El británico se quedó sin carrera, sin título y a un punto del alemán. Tres años después intentó hacerlo con Jacques Villeneuve en Jerez. Le cerró el paso pero esta vez no le salió bien la jugada. Fue entonces desposeído de todos sus puntos del Mundial. El escándalo también apareció en el GP de Austria en 2002 cuando Barrichello le dejó ganar la carrera apenas unos metros antes de cruzar la línea de meta. Es por esa razón que la actitud de Schumacher en Montecarlo no sorprende y constituye un nuevo punto negro en su magnifico palmarés. No hay ningún piloto que haya comprendido la maniobra y el sábado todos criticaron duramente al alemán. Sólo Alonso, y esta vez hay que reconocer su acierto, sencillamente dijo que eso perjudicó una vuelta que iba ser de pole.
 
Sin embargo, la ausencia de Schumacher de los primeros puestos de la parrilla no le quitó emoción a este GP de Mónaco. Los cuatro primeros pilotos fueron muy superiores al resto en la primera mitad de carrera y el asedio constante al que estuvo sometido Alonso fue lo más atractivo. Raikkonen se vio más rápido que el español –por primera vez en esta temporada– y no se despegó de él después de doblar perfectamente a un sorprendente Webber en la subida de Beau Virage. Pero el asturiano aguantó, conciente de que perder una posición en Mónaco es casi imposible. Ambos tuvieron un rendimiento muy parecido hasta que el finlandés se vio perjudicado por Fisichella –lo que le hizo perder algo de tiempo y despegarse de Alonso– y después por el Safety Car. Esto último pudo provocarle un sobrecalentamiento que su Mercedes no pudo aguantar. Una vuelta antes abandonó Webber que hizo también una buena carrera. Detrás, Montoya se aprovechó de los abandonos, así como un sensacional Coulthard, para subir ambos al podio. El que también realizó un carrerón fue Michael Schumacher. Pena que este tipo de actuaciones magistrales quedan empañadas por su polémica actitud como la del sábado. Partió último y logró llegar quinto, lo que le permite arañar unos importantes puntos para el campeonato.
 
Alonso ha logrado este domingo un triunfo sensacional que no sólo lo confirma como el gran favorito para hacerse una vez más con el título mundial sino que le da más prestigio aún. Tiene el campeonato en sus manos y tendrá que administrarlo de manera parecida al año pasado. En dos semanas llega el GP de Inglaterra, en Silverstone, un circuito donde tampoco conoce la victoria pero donde tendrá la gran oportunidad de reforzar su liderato. Se enfrentará a los mismos de siempre, en especial a Schumacher que "sólo" ha ganado tres veces allí (2004, 2002 y 1998) mientras que Montoya lo hizo el año pasado y Barrichello en 2003. Con la victoria de este domingo, Alonso se quita un verdadero peso de encima y a partir de ahora tendrá pocas cosas más que probar.
 

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