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Martín Krause

Combate electoral

La atención del mundo está centrada en la guerra en Irak. Finalmente, lo que parecía inevitable se ha convertido en una realidad. Lejos, tal vez, de la importancia y la gravitación de tales eventos, los argentinos pensamos que el estallido de la violencia podía llegar a ser inevitable aquí, a medida que se acercan las elecciones presidenciales del 27 de abril. Y es que han sido dos años tumultuosos. No sólo eso, el proceso político y electoral está determinado por un enfrentamiento total entre los dos principales líderes del peronismo: el actual presidente Eduardo Duhalde y el ex presidente Carlos Menem.

Duhalde y Menem han planteado esta batalla como determinante para su futura supervivencia política, por lo que no resulta extraño que recurran a todo tipo de medios para frenar a su contrincante. De hecho, y valga como preocupante antecedente, a principios de marzo debían realizarse las elecciones a gobernador en la provincia de Catamarca, pero fueron suspendidas cuando los partidarios de uno de los candidatos terminaron quemando las urnas en la calle para impedirlas.

Allá se enfrentaban el candidato radical, actualmente en el gobierno provincial, con el opositor peronista. Este último partido escogió como candidato a Luis Barrionuevo, un sindicalista, presidente de un club de fútbol y senador aliado al presidente Duhalde. Pero resulta ser que la constitución provincial exige que el gobernador sea nacido en la provincia o tenga una cierta cantidad de años de residencia en ella, requisitos que Barrionuevo no cumple, aunque no le son requeridos para ser senador por dicha provincia.

Como la justicia determinó que no podía ser candidato, el peronismo quedaba fuera y la respuesta fue generar tal tumulto que la elección tuvo que ser cancelada y postergada. Al ver a los manifestantes quemando urnas en la calle (y muchos de ellos parecían ser parte de la hinchada del club de fútbol del candidato), ¿qué podemos esperar para las elecciones nacionales donde se juega un campeonato mucho importante?

La verdad es que todavía no sabemos qué puede pasar, pero por el momento reina la paz. El peronismo no pudo ponerse de acuerdo en un solo candidato por lo que concurrirá con tres: la justicia determinó en febrero que ya no había tiempo para organizar elecciones internas y habilitó a los tres precandidatos a participar, pero ninguno de ellos figurará como candidato del Partido Justicialista, nombre oficial del peronismo, sino como candidatos de distintas alianzas con partidos pequeños. Así, Néstor Kirchner, Adolfo Rodríguez Saá y Carlos Menem formaron sus alianzas y se presentan los tres a la elección general.

Curiosamente, frente a ellos se encuentran tres radicales, aunque la situación allí es diferente. El candidato oficial de la Unión Cívica Radical es Leopoldo Moreau, quien obtuvo la candidatura luego de una primaria que tuvo que repetirse en varios distritos por un escandaloso fraude. Los otros dos, a diferencia de los peronistas, hace unos meses que abandonaron ese partido y crearon los propios: Ricardo López Murphy y Elisa Carrió. La situación es tan incierta que, salvo Moreau a quien los antecedentes gobiernos de Alfonsín y de la Rúa dejan sin ningún chance, cualquiera de los otros cinco podría pasar a la segunda vuelta en mayo. Tal vez sea por eso que todos estiman que tienen chances de triunfar, que el resultado no está definido de antemano, sobre todo entre Menem y el delfín de Duhalde, Kirchner. Si piensan ganar, ¿para qué generar problemas? Nada mejor que una buena victoria en las urnas. ¿Será eso lo que está manteniendo la paz en estos momentos? Pues puede que resulte tan inestable como la que garantizaban los inspectores en Irak.

Martín Krause es profesor de Economía y corresponsal de la agencia © AIPE en Buenos Aires.

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