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Martín Krause

¿Dónde está el piloto?

Cuando se trata de analizar los problemas por los que atraviesa la Argentina resulta difícil determinar por dónde empezar. Que tiene problemas económicos resulta obvio, y como parte de ello que tiene serios problemas fiscales, para hacer frente a los compromisos de la deuda pública, para generar aunque sea algún magro incremento de la actividad económica, para reducir el permanentemente alto nivel de desocupación. Todo eso hace que la opinión de los expertos internacionales sintetizada en el ahora famoso “riesgo país” se mantenga negativa a pesar del prestigio y de la hiperactividad del actual ministro de Economía, Domingo Cavallo.

La política genera sus propios problemas y alimenta a los antes mencionados. Además de la debilidad del actual gobierno argentino, el cual controla solamente una frágil mayoría en la Cámara de Diputados y se encuentra en minoría tanto en el Senado como en la cantidad de gobernaciones que administra, habrá de sumarse las preocupaciones que genera la falta de liderazgo del presidente Fernando de la Rúa.

Esta ya es fruto de incontables bromas y ha permitido alimentar el humor cínico de los argentinos quienes, al menos, se ríen de su propia desgracia. Pero en verdad que esto no sirve para permitir visualizar una salida del actual atolladero.

Veamos un ejemplo reciente. El ministro de Economía necesita lograr la reactivación de la economía; de otra forma la recaudación fiscal cae, el déficit público aumenta y la cesación de pagos se presenta como una seria amenaza. En las últimas semanas ha intentado alcanzar este objetivo por distintos medios: al comienzo con su propio prestigio, luego con un nuevo paquete de impuestos que aliviara las preocupaciones en el frente fiscal, luego con una serie de planes sectoriales para beneficiar a determinadas industrias o una renegociación de los acuerdos existentes con el Fondo Monetario Internacional que evite a la Argentina la desagradable etiqueta del incumplimiento.

Todo ello, por el momento, no ha logrado reducir la percepción de debilidad que los analistas externos tienen, y si el “riesgo país” se mantiene en los actuales niveles 900/1000 puntos básicos, la reactivación económica no se alcanza. A esas tasas no hay crédito para el sector privado que pueda pagarse y permita una actividad productiva rentable.

El último intento del ministro para derrumbar ese indicador ha sido la elaboración de una propuesta de canje de deuda. La idea es que aliviando el calendario de pagos de los próximos años se despeje la preocupación de los tenedores de bonos argentinos, caiga el riesgo país y esto permita que la economía local resucite.

Ese canje, que los tenedores de bonos (locales y extranjeros) han de aceptar voluntariamente genera sus propias dudas, ya que si las tasas de los nuevos bonos a emitir a plazos más prolongados son muy elevadas, el alivio de corto plazo se cambia por un aumento notable de la preocupación a mediano plazo.

Y, como si esto fuera poco, hay que sumarle la inconsistencia política que el mismo presidente genera. Para evitar que ese canje sea realizado a tasas muy elevadas, el ministro ideó un proyecto de ley por medio del cual se garantizaría el pago de esos bonos dándole prioridad para su cobro sobre la recaudación fiscal. Es decir, primero se pagan los bonos y sólo después se paga el resto del gasto público.

Duro, pero así es lo que Argentina debe ofrecer en estos momentos cuando su credibilidad es muy poca. No obstante, en medio del desarrollo de esta iniciativa, el secretario del presidente, Nicolás Gallo, dice que “el impulso al proyecto es del Ministerio de Economía, no del presidente”. Y en cuanto a si le parece un buen proyecto o no, comenta: “si hay consenso con todos los gobernadores la va a apoyar; de lo contrario no”.

Así, los argentinos no saben lo que quiere el presidente y los inversores dudan en apostar a un país que no tiene brújula. El presidente no considera a los proyectos de sus ministros como propios y acepta las políticas que los demás hayan consensuado... ¿espontáneamente?

En una reciente encuesta se preguntó a los argentinos quién consideraban que lideraba el gobierno: 47% respondió que el ministro Cavallo, 23% que el ministro y el presidente, mientras que apenas 17% piensa que es el presidente.

Va a hacer dos años que los argentinos eligimos un piloto, pero cuesta encontrarlo.

© AIPE

Martín Krause es corresponsal en Buenos Aires de la agencia de prensa AIPE.

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