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Martín Krause

FMI y la Argentina bailan tango

La Argentina y el FMI están atrapados en un baile donde los cortes y quebradas han llevado a las dos partes a estar seductoramente atrapados en un juego de destreza y sutilezas. Mientras tanto, los argentinos miran el baile y se preguntan si realmente es tan importante enredarse de esa forma y si no acabará finalmente como las mismas letras de los tangos, donde la mujer termina abandonando al hombre que la termina penando. Sólo que no se sabe bien quién cumple un papel u otro en este entuerto.

Por más que se discute economía y se intercambian documentos muy técnicos, en el fondo el problema es claramente político. El presidente Duhalde quiere quedarse, puesto que percibe que en el último par de meses la crisis económica se ha tranquilizado, es decir que el pozo tal vez tiene fondo. Los argentinos ya no pretenden salir de él, les parece un logro no seguir hundiéndose. Es por eso que últimamente el dólar se ha mantenido estable y las encuestas comienzan a mostrar que, muy suavemente, comienza a nacer cierta esperanza con respecto al futuro.

Tal vez lo peor haya pasado. Ante esa circunstancia, Duhalde se entusiasma. En algún momento, cuando su plan de "destruir el modelo" anterior hundía al país en la peor crisis de la historia, decidió acercarse al FMI, pero ahora que encuentra a la población un poco más alegre, se pregunta si no podrá capitalizar políticamente eso y quedarse un tiempo más, incluso llegar a ser candidato en las próximas elecciones. Para lograr tal objetivo necesita el apoyo del FMI, con un programa que evite la cesación de pagos con los organismos internacionales, evitar generar mayor desconfianza (aunque parezca difícil generar más de la actual) y eliminar varios programas gubernamentales financiados por esos organismos que permiten gastar un dinero que no se tiene para ganar votos. Las elecciones están programadas para el 30 de marzo de 2003. Su objetivo es lograr que el partido peronista tenga un candidato afín a su persona y poder mantener el control del partido. Para eso necesita destruir las aspiraciones de Menem. Si lo logra, luego de un período con un "amigo" como jefe de estado podría presentarse para ser presidente electo, cosa que ahora no lo es. Si no logra este objetivo, y Menem o Rodríguez Sáa se imponen como candidatos peronistas, entonces podría postergar las elecciones.

El FMI, por su parte, no quiere encontrarse atrapado en estas maniobras, ya que además de las críticas que ha sufrido últimamente se le sumaría ahora la de ser fácil presa de la ambición política de un gobierno que ha declarado la cesación de pagos, destruido los contratos y pisoteado el derecho de propiedad. Ambas partes han llegado a aprender a bailar este tango muy bien, mientras que los argentinos parecen haber aprendido que no necesitan a ninguno de los dos bailarines.

Martín Krause es profesor de Economía y corresponsal de la agencia AIPE en Buenos Aires.

© AIPE

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