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Martín Krause

La encrucijada

Un reciente reportaje plantea que "La Argentina se debate entre unirse a la patria bolivariana o al mundo globalizado. Chávez o NAFTA. Rodríguez Saá o Menem... La opción actual no es entre éticos y corruptos (como antes) sino entre populistas o capitalistas". Esa parece ser la opción política ofrecida a los argentinos en las próximas elecciones del 30 de marzo, pero no son los únicos caminos posibles.

La primera opción es la patria bolivariana-Chávez-Rodríguez Saá-populistas. Se basa en una vieja tradición política latinoamericana, no solamente representada por Rodríguez Saá sino que incluye otras vertientes populistas de izquierda.

Tengo problemas con la definición de la otra opción: mundo globalizado-NAFTA-Menem-capitalistas. ¿Acaso, es esa una descripción correcta? Muestra dos graves errores: el primero es personalizar en Carlos Menem la esencia del capitalismo; segundo, pretender que el único camino a la globalización es el ALCA. Empecemos por el segundo punto. ¿Es el ALCA el único camino a la globalización? Pues no. Tenemos cerca una experiencia diferente, la de Chile. Ese país se "globalizó" abriendo su economía unilateralmente y sin acuerdos con ningún grupo regional. Es cierto que ahora pretende incorporarse al NAFTA, pero mucho tiempo después de haberse integrado al mundo y como una forma de garantizar, vía un sólido compromiso internacional, que no se volverá al pasado aislacionista y proteccionista.

Puede ser que la apertura unilateral es un objetivo muy difícil en las actuales circunstancias, pero lo mismo se podría decir del ALCA o la dolarización. Existen serias resistencias políticas para avanzar por ese camino y, lamento decirlo, a la mayoría de los argentinos no les gusta Estados Unidos y rechazan claramente sus políticas. Si el camino a la globalización va a comenzar con la integración a algún grupo regional, ¿por qué no Europa? Los argentinos aman Europa, se sienten parte de ella, sería mucho más fácil avanzar en ese sentido. Se dirá que sumarse a la Comunidad Europea es elegir un bloque más cerrado e intervencionista que el de Estados Unidos, pero esto es una cuestión de grado solamente, intervencionistas y proteccionistas son los dos, y lo que realmente buscamos en una alianza de ese tipo es un marco institucional que somos incapaces de generar nosotros mismos.

Veamos el caso de España e Irlanda, que prosperan no porque la burocracia de Bruselas sea buena administradora, sino porque sus propios políticos han perdido poder para hacer desastres. Por otro lado, resulta más que cuestionable la asociación de la figura de Menem con el capitalismo. Si el capitalismo es la venta de algunas empresas estatales como monopolios privados, el aumento del gasto público y el endeudamiento, algunas desregulaciones y el envío de dos barcos a la guerra del Golfo, entonces no vale la pena defender ese tipo de capitalismo. Ahora, en lugar de elegir, como hicimos en el pasado, entre éticos y corruptos, estaríamos escogiendo entre un capitalismo "sin ética" y el populismo.

El problema es que el capitalismo no puede funcionar sin una base ética. Donde impera la corrupción, el robo y la violación al derecho de propiedad o el uso del poder para el enriquecimiento de los gobernantes, el capitalismo simplemente no funciona. Ya vimos que no funcionó en Argentina. Pero no podemos hablar de capitalismo en un país donde un juez está en la servilleta de un ministro y no sabemos si un policía nos va a defender o a atacar. Si eso es lo que los argentinos creen que es el capitalismo, no nos extrañe que la gente vaya a votar por Rodríguez Saá o Carrió. El capitalismo, si es que hablamos de una sociedad basada en el respecto a la vida, la libertad y la propiedad, es algo totalmente diferente.

Martín Krause es profesor de Economía y corresponsal de la agencia AIPE en Buenos Aires

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