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Martín Krause

Los apuros de Argentina

Los terribles atentados contra el World Trade Center de Nueva York y contra el Pentágono modificarán, seguramente, el curso de la historia. También ocasionarán cambios en Argentina, país que se encuentra en una situación apurada en virtud de su colapso fiscal. En tal situación, todo evento externo, o interno, tiene su impacto, y en este caso puede ser considerable.

Al estado argentino se le cerraron todas las fuentes de financiación, ya no tiene crédito disponible. Cuando se estaba acercando a la suspensión de pagos de su deuda, el gobierno implementó desesperadamente una política denominada de “déficit cero”, esto es, la eliminación inmediata del déficit fiscal. Por supuesto, cuando no hay crédito no existe otra alternativa.

Esta política puede volver a generar credibilidad en inversores y consumidores, pero tomará tiempo; ya que todos querrán ver para creer. Para aliviar el pesado costo de ese tiempo de espera, el gobierno argentino se esforzó en obtener un nuevo apoyo internacional, de los organismos internacionales y del gobierno de los Estados Unidos.

Este último decidió, finalmente, dar su apoyo a una ampliación del programa ya suscrito con el Fondo Monetario Internacional; lo que permitió disipar las colas ante los bancos para recuperar los depósitos, evitándose así la destrucción del sistema financiero local. Con lo ya otorgado antes y el canje de la deuda que tuvo lugar hace unos meses, podría evitarse por el momento el fantasma del impago, sobre todo si se logra establecerse algún canje adicional con el apoyo de los organismos internacionales.

Como se ve, hasta ahora sólo se ha comentado el apoyo que la Argentina recibiría desde el exterior, en particular desde los Estados Unidos. ¿Y qué apoyo daría Argentina a los Estados Unidos?

Cuando se anunció el programa de apoyo, se pensó que ello aceleraría las negociaciones hacia el ALCA, ya sea presionando a Brasil para que se mueva en un sentido que, evidentemente, no le entusiasma; o bien encaminándose hacia el proyecto de integración continental junto con los otros países miembros del MERCOSUR, apartándose así de su socio.

Si este fue el compromiso o no, ninguno querrá admitirlo. Pero al margen de eso, vale la pena comentar que, en verdad, no se trata de ningún “favor” a los Estados Unidos, ya que la integración comercial le conviene a los argentinos tanto o más que a los norteamericanos.

Sin embargo, el martes 11 de septiembre todo esto cambió. Con el ataque terrorista, la atención de EE.UU. se centrará, claramente, en este hecho; y muy probablemente, la vara para medir buenos amigos, amigos a medias, amigos pero no tanto y enemigos sea, en adelante, la actitud respecto a la lucha contra el terrorismo que se avecina.

¿Y qué va a hacer Argentina? Algunos de sus dirigentes políticos vuelven a mostrar su legendario recelo, rechazo y envidia hacia los Estados Unidos. Pretenden condenar los atentados, pero quedándose al margen de todo tipo de acción. El ex presidente Alfonsín aparece como el principal entre ellos.

El gobierno duda entre Alfonsín y Bush, y presenta posiciones que diluyen tal compromiso; como, por ejemplo, afirmar que se van a apoyar todas las medidas que la ONU decida o que se va a consultar con Brasil y otros países vecinos.

Que quede claro: el presente artículo no pretende considerar el tema de si corresponde a los intereses de Argentina intervenir activamente en la lucha que se avecina en calidad de aliado firme de los Estados Unidos. Quiere señalar que, probablemente, pocas más opciones le queden.

Y que la falta de esas opciones se debe al irresponsable manejo fiscal de varias décadas que ha dejado al país al borde del colapso, pendiente de una soga que otros, tal vez, tengan a bien sostener.


© AIPE
Martín Krause es corresponsal de la agencia de prensa AIPE en Buenos Aires

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