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Martín Krause

Retroceso a Economía I

Ahora resulta evidente que no, que se ha retrocedido desde la materia “Moneda, crédito y bancos”, hasta la materia “Economía I” y aún así reprobando esta

Si alguna cosa positiva pudiera extraerse de una crisis económica debería ser, al menos, la posibilidad de aprender una lección para no volver a cometer los mismos errores. Los argentinos hemos tenido varias oportunidades de hacerlo en las últimas décadas y, dado el carácter dramático de las crisis vividas, podría esperarse que ciertas lecciones calaran hondo en la mente.
 
Pero no parece ser así. Ante algunos aumentos de precios, el presidente Kirchner llamó a la población a no hacerles el juego a quienes pretenden destruir la actual bonanza económica y en particular llamó a un boicot contra la empresa Shell por haber subido el precio de sus combustibles. La reacción general de la opinión pública ha sido variada: desde el ataque de grupos piqueteros a la sede de la empresa pintando sus paredes con carteles de “golpistas” hasta opiniones de oyentes en los programas de radio manifestando que hay que poner límite a las actitudes inescrupulosas de las empresas que sólo piensan en el lucro a costa del bolsillo de los consumidores.
 
Esto quiere decir que no hemos aprendido nada. Los argentinos hemos vivido varias décadas de elevada inflación, incluyendo dos hiperinflaciones, y todavía se sigue creyendo a gobernantes que mantienen que los causantes de los aumentos de precios son los insaciables comerciantes y empresarios. Durante varias décadas, además, ese mismo mensaje era transmitido tanto por gobiernos democráticos como militares, estableciendo controles de precios, vedas para la venta de carnes, congelamientos, obligando a los comerciantes a completar formularios con el precio de cada producto en venta, multando y clausurando a quienes vendieran a precio que no fuera el precio “oficial”, acusando a esos mismos comerciantes de “desabastecimiento”, etcétera. Todo ello acompañado del mismo lenguaje gubernamental que escuchamos ahora: una andanada tras otra contra los “golpes del mercado”.
 
Después de la hiperinflación de los años 1989 y 1990 parecía que los argentinos habían comprendido el verdadero origen de la inflación porque salían desesperados a comprar dólares, a deshacerse de una moneda que perdía su valor hora tras hora. Algunos pensamos que, tal vez, dado que actuaban de esa manera también habían comprendido dónde estaba el origen del problema: en la emisión monetaria del Banco Central causante de la inflación.
 
Ahora resulta evidente que no, que se ha retrocedido desde la materia “Moneda, crédito y bancos”, hasta la materia “Economía I” y aún así reprobando esta. Durante el año 2004, la Base Monetaria creció un 6,6% en términos nominales y declinó un 0,5% en términos reales. Eso parece indicar que no ha habido una expansión monetaria que justifique aumentos mayores a los ya registrados. La inflación anual era en enero del año pasado de 2% y alcanzó en enero de este año el 7%.
 
Pero otros indicadores monetarios nos muestran que ha comenzado a funcionar nuevamente el “multiplicador bancario”, luego de haberse estrellado en la crisis financiera del 2001/2002. Así, el indicador M1 muestra un crecimiento nominal anual del 28% y real del 19,4%, M2 de 37,1% y 27,9% y M3 de 26,2 y 17,7% respectivamente. La producción aumentó el año pasado, ¿pero acaso lo hizo en esas proporciones?
 
Mientras la Argentina salía de su profundo pozo existía capacidad instalada sin utilizar como para absorber una mayor demanda que no proviniera de mayor productividad sino de la expansión de moneda, pero el país se acerca a su “frontera de posibilidades de producción” y el fuelle monetario tiene una sola salida: los precios.
 
Los gobiernos argentinos siempre han aplicado la política del “tero”, ese pájaro local que grita lejos de su nido para engañar a un posible depredador. Siempre han señalado a empresas y comerciantes para desviar la atención de sus propias políticas.
 
No es de extrañar que hagan eso. Lo que sorprende es que los argentinos lo sigamos creyendo.

En Libre Mercado

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