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Michelle Malkin

Abriendo las fronteras a quienes nos odian

Los organizadores están restándole importancia a lo que le ha pasado a Smith, ignorando de paso que la última vez que el concurso se celebró en México, en 1993, a la Miss Estados Unidos de entonces, Kenya Moore, la trataron de la misma forma.

El Gobierno de los Estados Unidos está a punto de aprobar una amnistía masiva para millones de extranjeros ilegales, un plan agresivamente impulsado por entrometidos políticos mexicanos que cosechan miles de millones de dólares en remesas (las ganancias de los extranjeros ilegales transferidas de vuelta a México) sin tener que levantar un dedo para poner su propio país en orden. ¿Y cómo nos lo agradecen? Con una humillación pública televisada en todo el mundo.

Hace unos días abuchearon y se burlaron de la hermosa joven que representaba a Estados Unidos en el concurso de Miss Universo, que tenía lugar en la Ciudad de México. Mientras los espectadores la interrumpían, Rachel Smith, de 22 años, hizo lo que pudo para responder con gracia y dignidad durante el segmento de entrevistas a las cinco finalistas.

Tan pronto como la co-presentadora Vanessa Minnillo invitó a Miss Estados Unidos a sacar el nombre de un juez de una urna, el público explotó ante la sola mención del nombre de mi país. La humillación verbal continuó mientras el juez Tony Romo pedía a Smith que eligiese un momento de su vida que quisiera volver a vivir. Definitivamente, no era éste. Smith respondió pese a todo, describiendo una excursión educativa a Sudáfrica, mientras pitadas y silbidos casi ahogaban su respuesta.

Finalmente, terminó con un "Buenas noches, México". Yo no habría sido tan educada.

Ninguno de los compatriotas norteamericanos de Miss Estados Unidos que participaron en el segmento de entrevistas –ni Minnillo, ni el copresentador Mario López, ni el atractivo Romo– salió en defensa de Smith. En vez de eso, Minnillo se limitó a una breve súplica a la multitud: "Vale, un momento por favor". López permaneció callado con una sonrisa estúpida en su cara con hoyuelos. Patético.

De hecho, Smith fue sometida al odio antiamericano a lo largo de toda la semana que duró el evento completo. Durante el desfile de moda tradicional de los países de las participantes, Smith sonrió valientemente mientras una multitud que se agolpaba en el exterior la silbaba y abucheaba. Según observadores del desfile, ninguna otra participante recibió un trato semejante.

Lamentablemente, Donald Trump y sus empleados del concurso de Miss Universo están restándole importancia a lo que le ha pasado a Smith, ignorando de paso que la última vez que el concurso se celebró en México, en 1993, a la Miss Estados Unidos de entonces, Kenya Moore, la trataron de la misma forma. Moore recibió un abucheo infame cuando fue elegida para las semifinales de ese año. Pero sólo es una pequeña minoría obsesionada con Estados Unidos, ¿no? Qué rápido olvidamos.

¿Nadie recuerda lo sucedido en Guadalajara en el 2004 durante un partido de fútbol entre Estados Unidos y México para la clasificación a los Juegos Olímpcos? El estadio estalló en abucheos durante la interpretación del himno americano. Los hinchas gritaban "¡Osama! Osama!" mientras Estados Unidos era eliminado por México.

Al año siguiente, en marzo de 2005, los hinchas mexicanos volvieron a corear el nombre del cerebro de Al Qaeda en un partido de clasificación para el Mundial. ESPN informó que el público silbó y abucheó durante el himno norteamericano y que se lanzaron bolsas de plástico llenas de orina contra los jugadores estadounidenses.

Un hincha mexicano dijo al Christian Science Monitor que "todo escolar sabe lo de 1848... Cuando nos robaron nuestro territorio", aludiendo a cuando Texas, California y Nuevo México fueron anexionados a los Estados Unidos como parte de un tratado de paz que puso fin a la guerra entre los dos países, "este fue el comienzo".

Esa amargura es antigua, está profundamente arraigada y es explotada por políticos, altos funcionarios y las élites mexicanas. Pero señalar este hecho en el contexto de nuestro debate crucial sobre soberanía, inmigración, asimilación, seguridad fronteriza y Estado de Derecho te convierte automáticamente en un intolerante. Nuestros líderes han concluido que es mejor consentirlo, esconderse, sacarse una frase amistosa en español como hizo Minnillo y rezar porque el odio desaparezca al dar al lobby pro amnistía un caramelo legislativo.

Mientras tanto, como señala Heather Mac Donald, del Manhattan Institute, la Casa Blanca continúa atacando a quienes se oponen al paquete de amnistía Bush-Kennedy como "nativistas". La columnista conservadora Linda Chávez acusaba a los críticos con la amnistía de "no gustarles los mexicanos". El secretario del Departamento de Seguridad Nacional Michael Chertoff, sugirió que los defensores de aplicar las leyes de inmigración querían "ejecutar" a los extranjeros ilegales. Y el senador republicano Lindsey Graham despreció a los defensores del cumplimiento de la ley de inmigración llamándoles "intolerantes" hablando a La Raza, grupo etnocéntrico y favorable a las fronteras abiertas.

Sí, resulta que somos nosotros los "nativistas". Al final, como con los empleos, terminarán diciéndonos que los espectadores del concurso de Miss Universo se limitaban a hacer los abucheos que los norteamericanos no quieren hacer.

¿Protestará el presidente Bush por el trato recibido por Miss Estados Unidos en México? ¿Lo hará alguno de los que desde Washington nos venden la amnistía? Imagine si el concurso se hubiera celebrado aquí y a Miss México la abuchearan e hicieran callar a base de gritar "USA, USA".

Smith puede llevar la cabeza muy alta. Aquellos que están vendiendo nuestro país, por otra parte, deberían agacharla avergonzados.

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