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Miguel del Pino

Berrean. Que no los separen

No hay que tomar en serio estos intentos de resucitar la "ecología-Disney" que fueron tan abundantes en los años 90.

No hay que tomar en serio estos intentos de resucitar la "ecología-Disney" que fueron tan abundantes en los años 90.
Ciervo en el momento de la berrea | Corbis

Es uno de los grandes espectáculos de la naturaleza en otoño y una notable fuente de ingresos para los establecimientos dedicados al turismo rural. Los ciervos berrean y entablan feroces luchas entre los machos para dirimir la posesión de los harenes de hembras. ¡Que nadie los separe!

Los falsos mensajes de "ecología pacifista"

En la serie de dibujos animados "David el Gnomo", de producción española y emitida por primera vez por la segunda cadena de TVE el año 1985, David, el protagonista separaba a dos ciervos en plena berrea y tras reconvenirles por su belicosidad los mandaba a pacer felices en la dehesa. Era sólo uno más de los mensajes que en la década de los ochenta trataban de unir ecología y pacifismo, dentro de un contexto de supuesta educación ambiental de los niños. Todo un caramelo envenenado.

Se dirá, y es cierto, que no hay que tomar muy en serio estos intentos de resucitar la "ecología-Disney" que fueron tan abundantes en aquella época. Nada que ver con las excelentes lecciones de verdadera educación ambiental que nacían al amparo de los documentales de Félix Rodríguez de la Fuente o de Cousteau. En la serie "David el Gnomo", el simpático enanillo del bosque, tras su máscara de ecologista bonachón escondía mensajes tan falsos desde el punto de vista naturalista como muy escasamente formativos. A pesar de ello obtuvo muy importantes éxitos televisivos, no sólo en España, sino en muchos otros países en los que la serie, de origen neerlandés, fue comercializada.

La belleza de la auténtica naturaleza

La belleza de la naturaleza y de la conducta de sus criaturas se encuentra muchas veces más cerca de la épica que de la lírica. Tal es el caso de la berrea, en la que los ciervos, en su momento de efervescencia hormonal que tiene como consecuencia el estrepitoso celo, dirimen la superioridad física de los machos aspirantes a reproductores por medio de unos torneos rituales que tienen como preludio el estruendo de los ronquidos. La berrea es pieza fundamental en la música otoñal de la dehesa.

Con el cuello elevado, la boca abierta y la expresión casi hipnótica, los venados se muestran desafiantes ante sus rivales, berrean y se arrancan para entrechocar y enlazar las cuernas empujándose mutuamente hasta terminar agotados por el esfuerzo. El más débil tardará mucho en rendirse y abandonar el terreno de la lucha, y el vencedor, tras un corto tiempo de recuperación tendrá seguramente que derrotar aún a otros varios rivales antes de acceder a la conquista del harén de hembras que, aparentemente indiferentes durante el drama, aceptarán de muy buen grado como reproductor al campeón del singular torneo.

Los científicos definen este tipo de conducta como "estrategia del supermacho". Antes de acceder a la labor reproductora, frecuentemente polígama en estos casos, los galanes deben demostrar su superioridad sobre el conjunto de rivales, sin que, por evidente, sea necesario insistir en las ventajas evolutivas de tal procedimiento; los vencedores de los torneos serán con mucha probabilidad los mejor dotados, y por tanto, los reproductores con más garantía para la mejora de la especie.

En la escala animal no siempre los "supermachos" necesitan llegar a la pelea y al contacto físico para dirimir la soberanía de los grupos reproductores. En muchas ocasiones el ritual llega a tales extremos que basta una exhibición de colorido, o de potencia de canto o de habilidad en la danza para achicar a los demás pretendientes. Las aves suelen combinar todos estos mecanismos a la hora de deslumbrar a la hembra y acceder a la privilegiada condición de reproductor.

¿Es cruenta la berrea?

Los pacifistas empedernidos, sean gnomos o humanos, deben estar tranquilos ante las peleas, aparentemente brutales, de los ciervos en berrea: basta observar con objetividad para comprobar que el ritual del duelo hará muy improbable que uno de los luchadores resulte seriamente lesionado, ni siquiera son frecuentes las heridas de importancia. Las ramificaciones de las hermosas cuernas, se entrelazarán de manera que no lleguen a clavarse en la cabeza o el cuello del rival. Sólo se trata de una incruenta medida de fuerzas.

Es cierto que de vez en cuando aparece en la dehesa un "ciervo asesino", un ejemplar de cuerna defectuosa y poco ramificada, en definitiva un deficiente hormonal. Estos animales son indeseables para la selección del grupo y deben ser eliminados para evitar que "jueguen sucio" dentro de la población a que pertenecen.

La verdadera explicación científica resplandece ahora en toda su belleza y ofrece un mensaje realmente pacífico, que no pacifista. Resulta que la selección natural evita la matanza entre ejemplares de la misma especie, de manera que los derrotados tendrán el próximo año una nueva oportunidad, que algunos aprovecharán al haber madurado y ganado en fortaleza. La mayor parte de las especies animales que practican estas estrategias disponen de mecanismos de rendición que inhibirán la agresividad del vencedor y le harán desistir de abatir realmente al vencido. Especialmente impresionantes resultan tales mecanismos en los lobos, que llegan a ofrecer su cuello a los afilados colmillos del congénere que le ha vencido en la pelea; éste nunca llegará a matar a su rival derrotado.

Las anillas en los cuernos que aparecen en la inmensa mayoría de los rumiantes responden a la misma finalidad que las ramificaciones de la cuerna de los ciervos. Son barreras que evitan el carácter mortal de las embestidas entre machos en celo. En los toros las astas de los machos, mucho más curvadas que las de las vacas, hacen posible que se entrelacen cuando dos ejemplares se enfrentan. Inclinar la cabeza, encajar los pitones y embestir por derecho son cualidades de la agresividad bovina que hacen posible la práctica del toreo.

Cabe finalmente recomendar a todos los amantes de la naturaleza que disfruten del gran espectáculo de la berrea aprovechando la amplia oferta de posibilidades que ofrece en la actualidad el turismo rural. Muchas agencias organizan veladas o excursiones que garantizan una razonable aproximación a los duelos entre venados. Resulta sobrecogedor escuchar en el atardecer o en la noche la estrepitosa música de la berrea.

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